Los días contados
Ya no me gustaba escribir aquí. Nunca fue vicio, ni necesidad, ni manera chida de expresión. Fue simple vanidad: quería escribir y quería que me leyeran para luego decir "eres la riata viejo". Nada más. Pero eso ustedes ya lo saben.
No he vuelto a escribir nada interesante desde hace mucho tiempo. He sufrido un retroceso brutal en el cual mi alma ha guardado un respetuoso silencio y solo me expresa a mí, en confidencia, lo que me quiere decir. Me he dado cuenta que tengo más vida interior de la que he tenido nunca antes y de la que he pretendido tener. Ahora solamente soy yo, no trato de influir en nadie, y ahora, pienso que es muy poco lo que otros influyen en mi, más bien, aprendo de todos y de todo. Es agradable, me gusta.
Ahora he encontrado de nuevo la vocación y el gusto por mi carrera que había perdido en un mar de colores y valemadrismo insondables, he vuelto a escuchar a las personas ahora que no existe esa barrera recalcitrante de risas, he recuperado el gusto por la comida y he aprendido a saborearla, quiero aprender a masticar despacio y comenzar, de nuevo, un viejo intento de hacer ejercicio para no negarme las deliciosas viandas que la vida me ofrece. He vuelto a las andadas en el FIFA sin quedarme jetón y me he convertido en el ente dominante de mi sistema. He perdido kilos y cabello, he tomado vuelo, y ya no puedo, ni quiero detenerme.
Muchas cosas han pasado desde que dejé por la paz esta página y se volvio sordomuda y autista. Nisiquiera la visitaba seguido para leerla, o para ver cuantas visitas habían pasado desde la última pendejada que deje por aquí.
El colmo de la hueva es cuando me puse a poner copy-paste de tantas cosas indiferentes, indistintas, que llamaron mi atención -cuentos, videos y demás- pudiendo escribir sobre lo que me ha tocado vivir: el amor, dejar la mota, salir de viaje por el sur, reencuentros con amigos, las lecturas chingonas, la concentración, la comida, la dieta y el pan, las tragedias y comedias cotidianas... además de la continua lucha diaria a lo largo estos dos meses por enderezar todo aquello que fui enchuecando, doblando, hasta torcerlo por mi existencia voraz y egoísta.
Me hubiera gustado dejar aquí una crónica del que es, hasta ahora, el mejor viaje de mi vida. Literalmente. Fueron los once días más enriquesedores, relajantes, refrescantes y deliciosos que he vivido en este año. Y vaya que este año ha estado lleno de cosas interesantes.
Ahora mismo me siento de la mejor manera. Algunas veces me dan ganas de salir corriendo de muchos lugares, pero me quedo a ver suceder las cosas buenas, y a tratar de evitar las cosas malas. Tengo mucha gente a la cual cuidar, para que ella cuide de mí como siempre ha sido, y he descubierto las ventajas de ver a las personas a la cara.
Aunque este post suena a los muchos que siempre han habido en este blog después de grandes meses de ausencia, este es distinto, porque no les prometo volver. Veré si ahora en vacaciones puedo y quiero compartirles algo de mi aburrida y riquísima existencia.
Hasta entonces, gracias por leer.
No he vuelto a escribir nada interesante desde hace mucho tiempo. He sufrido un retroceso brutal en el cual mi alma ha guardado un respetuoso silencio y solo me expresa a mí, en confidencia, lo que me quiere decir. Me he dado cuenta que tengo más vida interior de la que he tenido nunca antes y de la que he pretendido tener. Ahora solamente soy yo, no trato de influir en nadie, y ahora, pienso que es muy poco lo que otros influyen en mi, más bien, aprendo de todos y de todo. Es agradable, me gusta.
Ahora he encontrado de nuevo la vocación y el gusto por mi carrera que había perdido en un mar de colores y valemadrismo insondables, he vuelto a escuchar a las personas ahora que no existe esa barrera recalcitrante de risas, he recuperado el gusto por la comida y he aprendido a saborearla, quiero aprender a masticar despacio y comenzar, de nuevo, un viejo intento de hacer ejercicio para no negarme las deliciosas viandas que la vida me ofrece. He vuelto a las andadas en el FIFA sin quedarme jetón y me he convertido en el ente dominante de mi sistema. He perdido kilos y cabello, he tomado vuelo, y ya no puedo, ni quiero detenerme.
Muchas cosas han pasado desde que dejé por la paz esta página y se volvio sordomuda y autista. Nisiquiera la visitaba seguido para leerla, o para ver cuantas visitas habían pasado desde la última pendejada que deje por aquí.
El colmo de la hueva es cuando me puse a poner copy-paste de tantas cosas indiferentes, indistintas, que llamaron mi atención -cuentos, videos y demás- pudiendo escribir sobre lo que me ha tocado vivir: el amor, dejar la mota, salir de viaje por el sur, reencuentros con amigos, las lecturas chingonas, la concentración, la comida, la dieta y el pan, las tragedias y comedias cotidianas... además de la continua lucha diaria a lo largo estos dos meses por enderezar todo aquello que fui enchuecando, doblando, hasta torcerlo por mi existencia voraz y egoísta.
Me hubiera gustado dejar aquí una crónica del que es, hasta ahora, el mejor viaje de mi vida. Literalmente. Fueron los once días más enriquesedores, relajantes, refrescantes y deliciosos que he vivido en este año. Y vaya que este año ha estado lleno de cosas interesantes.
Ahora mismo me siento de la mejor manera. Algunas veces me dan ganas de salir corriendo de muchos lugares, pero me quedo a ver suceder las cosas buenas, y a tratar de evitar las cosas malas. Tengo mucha gente a la cual cuidar, para que ella cuide de mí como siempre ha sido, y he descubierto las ventajas de ver a las personas a la cara.
Aunque este post suena a los muchos que siempre han habido en este blog después de grandes meses de ausencia, este es distinto, porque no les prometo volver. Veré si ahora en vacaciones puedo y quiero compartirles algo de mi aburrida y riquísima existencia.
Hasta entonces, gracias por leer.
Etiquetas: como siempre