Momentos después, mientras yo daba un trago de refresco de manzana, un par de morras guapas y bien vestidas llegaron al puesto y pidieron sus alimentos, minutos despues ya tenían sus quesadillas. Cosa extraña: las tipas no dejaban de cuchichear y de reirse. No tengo la certeza de qué tanto se reían.
Entonces en ese momento, una de ellas se acercó al 'güero' y le pidio de forma amable que si por favor se la partía.
El güero, ni tardo ni perezoso, procedío a agarrar a chingazos a la tipa.
Pasaron como dos minutos de chingazos y patadas bien dados, repartidos a diestra y siniestra y equitativamente en todas las partes del cuerpo de la morra.
La amiga, la cual permaneció en un estado de estupor mientras le arrimaban la putiza a la otra, al ver que el güero resoplaba de cansancio, se acercó y le gritó histérica: "¡¡OSEA!! ¡¡QUE TE ACONTESE GATO!! ¿¡¡POR QUE LE PEGAS A MI AMIGUI WEEE!!?
El güero, sin inmutarse y apenas recuperando el aliento, le espetó: "Sami que me dices, la güerita fue la que me dijo que se la partiera y al cliente, lo que pida manita" (Por cierto: la "i" en "manita" es muda)
Las tipas se marcharon.
Yo no paraba de reirme, pedí otro refresco y dos quesadillas más. Pinches viejas, todavía que no especifican, se hacen las dignas.
juar.