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Neomierda.

Cero credibilidad.

La esperanza rojinegra.

Si a mi alguien me hubiera dicho, hace tres semanas, que el Atlas iba a tener un paso demoledor en este torneo, hubiera sonreído complacido, le hubiera dado la razón, le hubiera dicho que sabía de futbol, que el Atlas es un gran equipo y que se acercaba el momento del encumbramiento de la furia rojinegra, y el regreso al lugar que pertenece: los primeros planos.

Pero no le hubiera creído.

Por más que me cueste trabajo aceptarlo, si, no le hubiera creído. Pero claro, siempre guardo esperanzas de que así sea. Aunque creo que ninguno de los aficionados rojinegros del país, nisiquiera el más optimista, se hubiera imaginado semejante arranque de torneo.

Es difícil ser aficionado atlista. Para empezar, no es un equipo ganador: estoy seguro que el 99% de los que somos del Atlas, nunca lo vimos campeón, y el 1% restante que pudo ser partícipe del primer y único campeonato rojinegro, ya no lo recuerda o ya se murió. Pero bastantes factores se reúnen para llegar hasta este punto:

Atlas es, y siempre ha sido, un equipo formador de jugadores. Es, inobjetablemente, la mejor cantera del país. Nombres como Rafael Márquez, Oswaldo Sánchez, Pavel Pardo, Jared Borgetti, y últimamente, Andrés Guardado, tienen en común haber surgido de la cantera rojinegra, para luego llegar a reforzar y destacarse en otros equipos; desde el Barcelona, hasta las asquerosas chivas de mierda.

Atlas siempre ha sido un equipo vendedor, con constante recambio, sin un bloque fijo, que vende más de lo que compra. Y por eso nunca se ha dado un campeonato: por la falta de continuidad del plantel. Y la hinchada rojinegra lo acepta, no sin disgusto, pero sabiendo que otros equipos, y hasta la selección misma, son lo que son, gracias al zorro.

También han tenido su injerencia en la sequía las malas decisiones de la directiva, el constante ir y venir de jugadores, la mala administración de los bienes, el mal tino que tienen a la hora de contratar refuerzos: los buenos que llegan los venden, y los que traen no hacían mucho.

Pero parece -al menos hasta ahora- que todo esta apunto de cambiar.

Para ser honesto, yo en lo particular, estoy muy emocionado, muy contento, muy satisfecho con el accionar del equipo hasta ahora: es un equipo ordenado, vertiginoso, balanceado, firme, que no se achica; un equipo que gana, gusta y golea. Es un bloque sólido, con la justa medida de juventud y de experiencia, que esta bien dirigido, bien encausado y de seguir así, puede, de una vez por todas, saciar la esa sed de campeonato que no sólo yo, si no los miles de aficionados rojinegros tenemos desde hace 55 años.

Y esque el equipo está irreconocible. No me malentiendan: yo voy a ser rojinegro hasta que me muera. Nunca bajo bandera, "con el Atlas aunque gane". De hecho, comenzaba yo a acostumbrarme a que el equipo pasaría no se cuanto tiempo más donde ha estado últimamente: navegando en la tibia mediocridad de la mitad de la tabla si todo sale bien, o, si todo sale mal, al filo de la tabla porcentual a un paso del descenso.

Pero tal parece que me estoy equivocando: el equipo va bien, trata bien la pelota, es vertical, no baja los brazos, siempre va al ataque, y disputa el balón como si la vida se les fuera en ello. Se tiene equilibrio, como ya mencioné, y creo que eso es lo mas importante.

Se pudo ver en el partido contra el américa: los zorros sin sus dos hombres-gol, Villa y Rodallega cumpliendo sanciones por expulsión, aún así pasaron por encima de los azulcremas, si algún jugador no está, siempre habrá quien lo supla y que juege con la misma intensidad.

La última vez que vi algo así fue hace ya casi nueve años, con el Atlas del jefe Lavolpe: el Atlas-espectáculo, el Atlas-aplanadora, de Lavallén, Estrada, El Misionero Castillo, y "los niños heroes": Chato, Osorno, Zepeda, Mendez, Briseño, y el mismo Rafa Márquez. Ese Atlas que se quedó a un penal de ser campeón y del que me enamoré cuando gustaba del futbol, pero no tenía por quien apasionarme.

Aquél Atlas del verano '99 sembró en mi la pasión, la fidelidad y el orgullo. Este Atlas lo reafirma y me hace ver que no me equivoqué.

Aunque tampoco quiero cegarme por la felicidad: no se puede uno emocionar del todo, ni echar las campanas al vuelo, al menos no todavía: el torneo es joven, y si bien ayuda bastante haber comenzado de gran manera, los equipos tienden a tener un bajón de nivel a medio torneo, o en la parte final. El futbol nacional es muy generoso, y permite que el equipo que mejor llegue a final de temporada, sea el campeón. No el líder general, no el menos goleado, no el más goleador, no el que mejor juega, o el más compacto, no, sólo el que llega enrachado levanta la copa, por muy injusto que suene o sea.

Nos ha tocado ver últimamente, como equipos de rica historia pero pobres resultados, se sacuden su pobre y negro pasado. En 1998, Toluca fue campeón después de no levantar una copa en 23 años; en el '99, ya casi promediando el centenario, Pachuca, el equipo más antiguo del futbol mexicano, celebraba un campeonato por vez primera; en el 2002, el América celebraba un campeonato después de doce largos años de sequía, en el 2004 los Medias Rojas de Boston se repusieron de lo que prometía ser una paliza y se coronaron campeones después de ocho décadas; el año pasado, los Medias Blancas de Chicago hacian lo propio después de 88 años, y a principios de este 2006, los Pittsburgh Steelers borraban de un plumazo una sequía campeonil de casi tres décadas.

Este inicio de torneo, está significando el renacer de la ilusión de generaciones de atlistas que primero querían ver a su equipo ser campeón, luego querían que sus hijos lo vieran, y después los nietos... significa esperanza, y la aclamada justicia en forma de campeonato para una Fiel Rojinegra orgullosa de sus colores.

Podremos ir viendo como pasan las cosas, poco a poco, paso a paso, sin acelerarse y celebrar con antelació. Nada es seguro, hay que consolidar, volverse una realidad, algo tangible, y no solamente una ilusión.

Pero mientras, lo que si es una realidad, esque en este momento, "El Loco" Mario Rodríguez, "El Poeta" Antonio Pérez, Roberto Carlos Castro, "El Jimmy" Jaime Durán, Denis Caniza, Fabricio Fuentes, "El Kanú" Juan Pablo Santiago, "El Macue" Luis Enrique Robles, "El Harold" Omar Flores, "El Topo" Juan Carlos Valenzuela, "El Negro" Juan Carlos Medina, "El Tripa" Manuel Perez, Carlos Balcázar, Daniel Osorno, Christian Valdez, Goyo Torres, "El Ché" César Luis Gradito, Mauricio Romero, César Pereyra, Tito Villa, y Hugo Rodallega; nos tienen a todos haciéndonos una misma pregunta:

¿Será este, el torneo del Atlas campeón?

Yo espero que así sea. ¡Arriba el Atlas!
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