Curando el espanto
Daniel: ¿Apoco no te da gusto ver crecer a María José?
Abuelo: Pues si... la verdad es que sí. Pero pues también a ti te vi nacer y hasta ahora. De hecho me vomitaste en la cara.
Daniel: ¿Como? ¿Cuando?
Abuelo: Pues una vez... estabas chico, y te comiste unos piracantos (unas como bolitas rojas que crecen en los setos, parecen tomates chiquitos), tu madre se preocupo horrores, y tu padre estaba ocupado, entonces yo te llevé a que te lavaran el estómago.
Daniel: ¡¿Me lavaron el estómago?!
Abuelo: Si. Y me vomitaste en la cara.
Daniel: ¡¿A ti?!
Abuelo: Si, y aguanté.
Daniel: ¿No aguantabas esas cosas?
Abuelo: ¡Nombre!, yo solía ser ridículamente asqueroso... pero de veras, casi todo me daba asco.
Daniel: ¿Entonces te vomité y aguantaste vara?
Abuelo: Si, resulta que si aguante, me curaste el espanto :).
Daniel: Worale... que chido.
Abuelo: No seas naco por favor.
¡Toing!