Lo demás no me hace falta.
¿Sabes algo mujer? Alguna vez dije que yo no estaba capacitado para tener una relación romántica, y lo sostengo. Porque lo que tengo contigo no es una relación, no sé como tildarlo, no hay manera para calificarlo. Se me ocurren dos palabras: diversión y entendimiento. ¿Porque esos dos precisamente? Vaya, es simple: contigo me divierto, nunca me aburro, disfruto y te disfruto, y pues, también puedo decir cualquier cosa, aunque sea una pendejada del tipo "no mamar, ayer soñe que se me caían todos los dientes" y lo más probable esque entiendas de lo que hablo porque te ha pasado a tí también.
Lo que tu y yo tenemos no es una "relación", al menos yo no lo veo así. En una relación de pareja hay cosas que cumplir, fechas que recordar, responsabilidades que atender, es un remar constante a un mismo lado, un proceso paulatino de conocimiento de uno y otro; siento mucho tener que decírtelo mujer, pero tu y yo no tenemos eso, de hecho, no tenemos nada, mas que el uno al otro.
Es todo verdad querida: nadie más está con nosotros cuando estamos juntos. No nos dejamos ver en la calle, no presumimos lo que tenemos a nadie, no andamos comiendo enfrente del hambriento ni contando el dinero frente al pobre... siempre somos tu, yo y el lugar donde estamos. Nadie más. A veces pienso que lo que tenemos es tan espectacular que es imposible compartirlo, pues de inmediato alguien saldría encandilado por tanta chingonería.
Y es que gracias a ti, tengo muchas de las cosas a las cuales aspiré por bastante tiempo: alguien a quien abrazar con toda confianza, alguien a quien besar si me da la gana, alguien con quien charlar estúpidamente o hablar seriamente, alguien que me mire a los ojos y no me diga nada, alguien que me haga caras feas, alguien que me haga piojito -el tuyo es potente, no mames- y sobretodo: alguien que me tome de la mano, la apriete fuerte, y me diga que tengo los dedos como salchicha de coctel.
Y no lo puedo creer. Es tan bello que a veces no puedo creerlo. Es todo lo que pensaba y más... pero nada es miel sobre hojuelas mujer; siempre hay algo estorbando, siempre existe un negrito en el arroz... y es el hecho de que esta situación tan espectacular, tan bella, y que no tiene precedentes en mi vida, esta supeditada a lo que haga y diga un pendejo que vive en otro puto estado y que si quiere, me puede quitar esto que comienzo a atesorar como no atesoré nada jamás en mi vida. Y me da coraje, me da miedo, me da tristeza.
Me da coraje mujer, porque lo que tu y yo tenemos no es algo natural, no es algo que pase todos los días, y como tu siempre me dices: me da miedo. Pero no es esa clase de miedo horripilante que se te sube en la espalda como una marabunta, y te paraliza, te nubla y no te deja pensar. No, este es otro miedo, un temor que no había sentido nunca antes, una sensación totalmente nueva: es el miedo a perderte. Por que es la verdad: no quiero perderte ya.
He tratado por todos los medios de no dejar que esto me afecte más de lo que ya lo hizo. He tratado de no clavarme contigo, porque se que eres prestada y que probablemente no lleguemos a final de mes. Se también que cuando él vuelva, la vida me va a obligar a ver como te me escapas de los brazos para lanzarte a los suyos y besarlo como ahora me besas a mí. Sé que voy a ser testigo y partícipe de todo, y que cuando eso pase, resignado voy a prender un cigarro, dar media vuelta y largarme de ahí. Para que después probablemente me ponga a llorar como una nena mientras manejo de regreso a mi casa. De hecho, de pensar en esto se me humedecen los ojos de coraje y de rabia por no poder hacer nada. Por que nada es lo que puedo hacer en esta situación.
Simplemente me queda disfrutar de tí y lo que tenemos mujer. Por que la vida me ha dado una oportunidad única que no desaproveché y no pienso dejar que se escape. Hize una pausa para escribir esto porque estás siempre en mi mente, y porque tuve entre tareas quince minutos libres, y quise poner aquí lo que siento sobre nosotros. Créeme que nunca vas a escuchar algo así de mi boca, porque no hay manera que yo pueda decirte esto, no tengo porqué y no quiero... por que lo único que quiero ahorita, lo único que me interesa de ti, es tu sonrisa, tu piojito, y que de vez en cuando, me tomes de la mano cuando a tí te dé la gana... lo demás no me hace falta.
Lo que tu y yo tenemos no es una "relación", al menos yo no lo veo así. En una relación de pareja hay cosas que cumplir, fechas que recordar, responsabilidades que atender, es un remar constante a un mismo lado, un proceso paulatino de conocimiento de uno y otro; siento mucho tener que decírtelo mujer, pero tu y yo no tenemos eso, de hecho, no tenemos nada, mas que el uno al otro.
Es todo verdad querida: nadie más está con nosotros cuando estamos juntos. No nos dejamos ver en la calle, no presumimos lo que tenemos a nadie, no andamos comiendo enfrente del hambriento ni contando el dinero frente al pobre... siempre somos tu, yo y el lugar donde estamos. Nadie más. A veces pienso que lo que tenemos es tan espectacular que es imposible compartirlo, pues de inmediato alguien saldría encandilado por tanta chingonería.
Y es que gracias a ti, tengo muchas de las cosas a las cuales aspiré por bastante tiempo: alguien a quien abrazar con toda confianza, alguien a quien besar si me da la gana, alguien con quien charlar estúpidamente o hablar seriamente, alguien que me mire a los ojos y no me diga nada, alguien que me haga caras feas, alguien que me haga piojito -el tuyo es potente, no mames- y sobretodo: alguien que me tome de la mano, la apriete fuerte, y me diga que tengo los dedos como salchicha de coctel.
Y no lo puedo creer. Es tan bello que a veces no puedo creerlo. Es todo lo que pensaba y más... pero nada es miel sobre hojuelas mujer; siempre hay algo estorbando, siempre existe un negrito en el arroz... y es el hecho de que esta situación tan espectacular, tan bella, y que no tiene precedentes en mi vida, esta supeditada a lo que haga y diga un pendejo que vive en otro puto estado y que si quiere, me puede quitar esto que comienzo a atesorar como no atesoré nada jamás en mi vida. Y me da coraje, me da miedo, me da tristeza.
Me da coraje mujer, porque lo que tu y yo tenemos no es algo natural, no es algo que pase todos los días, y como tu siempre me dices: me da miedo. Pero no es esa clase de miedo horripilante que se te sube en la espalda como una marabunta, y te paraliza, te nubla y no te deja pensar. No, este es otro miedo, un temor que no había sentido nunca antes, una sensación totalmente nueva: es el miedo a perderte. Por que es la verdad: no quiero perderte ya.
He tratado por todos los medios de no dejar que esto me afecte más de lo que ya lo hizo. He tratado de no clavarme contigo, porque se que eres prestada y que probablemente no lleguemos a final de mes. Se también que cuando él vuelva, la vida me va a obligar a ver como te me escapas de los brazos para lanzarte a los suyos y besarlo como ahora me besas a mí. Sé que voy a ser testigo y partícipe de todo, y que cuando eso pase, resignado voy a prender un cigarro, dar media vuelta y largarme de ahí. Para que después probablemente me ponga a llorar como una nena mientras manejo de regreso a mi casa. De hecho, de pensar en esto se me humedecen los ojos de coraje y de rabia por no poder hacer nada. Por que nada es lo que puedo hacer en esta situación.
Simplemente me queda disfrutar de tí y lo que tenemos mujer. Por que la vida me ha dado una oportunidad única que no desaproveché y no pienso dejar que se escape. Hize una pausa para escribir esto porque estás siempre en mi mente, y porque tuve entre tareas quince minutos libres, y quise poner aquí lo que siento sobre nosotros. Créeme que nunca vas a escuchar algo así de mi boca, porque no hay manera que yo pueda decirte esto, no tengo porqué y no quiero... por que lo único que quiero ahorita, lo único que me interesa de ti, es tu sonrisa, tu piojito, y que de vez en cuando, me tomes de la mano cuando a tí te dé la gana... lo demás no me hace falta.