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Neomierda.

Cero credibilidad.

Rememorando


¿Te has puesto a pensar cuán sola y oscura queda la escuela a media noche, cuando por sus pasillos y salones no hay nada más que el eco de mil risas y gritos rebotando en las paredes?

Imagina como se veía aquella primaria en Guadalajara, una de las más grandes de su tiempo, allá por los años sesenta: dos edificios de tres pisos cada uno, con un gran patio de concreto en medio.

Sólo una barda de tres metros de alto separaba al velador de la escuela, el pobre don Epifanio de las luces callejeras. Pero él vivía en la oscuridad. Acostumbrado a ella, paseaba por los salones vacíos cada noche, nada más con una lámpara de mano un tanto vieja iluminando sus pasos: los pupitres, el escritorio, el pizarrón, los gises brillando como fantasmas, una pluma tirada por ahí, un cuaderno roto por allá...

Nunca pasó nada en los 30 años de servicio del hombre hasta esa noche de 1966. La última.

Estaba en el segundo piso del edificio A, cuando un ruido extraño interrumpió su recorrido habitual. Al principio le pareció un zumbido un tanto rasposo; luego, un aullido. Decidido, caminó hacia las escaleras: el primer asalto de temor le llegó al comprobar que el sonido provenía del tercer piso.

¿Que podía estar pasando allá arriba? Como si de algo sirviese, apretó fuertemente su lámpara y subió. Tenía los dedos blancos. Allí estaba, al final del pasillo. Era... No, no podía ser posible... Pero ahí estaba: Era el llanto de un bebé, que venía del último salón.

Cada cabello de don Epifanio se erizó, el viejo debió pensar mil cosas mientras caminaba lentamente hacia ese salón. Acaso un gato herido o alguien en busca de refugio. No era así, al abrir la puerta el llanto sonó más claro, y el hombre llevó la mano instintivamente hacia la vieja pistola, que siempre cargaba por si acaso.
Nunca la había usado y tal vez no servía, pero eso no importaba.

Allá detrás el último pupitre, en el rincón más lejano a la puerta, estaba el bulto, nadie más.

No podía ser otra cosa más que un bebé. ¿Quién lo habría dejado ahí? ¿Por qué? Mientras lo tomaba en brazos, sus chillidos retumbaban en el salón. Cuando le quitó la frazada que cubría su cabeza, el velador ya pensaba en cosas más mundanas, como qué darle de comer.

Ese fué, acaso, su último pensamiento racional.

Ahí, iluminada por la lámpara, estaba la cara del maléfico ser, un angelical bebé de no ser por sus ojos rojos y un enorme diente puntiagudo.

Lo que sigue ya no pudo relatarlo de manera congruente don Epifanio. Unos dicen que calmadamente el extraño ser le habló, otros, que trató de morderlo en el cuello, lanzando un rugido salido del mismo infierno.

El único que conoce el final de esta historia ya no sabe más de nada. Es un loquito tranquilo y apacible. Lo único que no tolera es que le apaguen la luz...

***


Esta historia la escuché una vez en mi vida, me la contó alguien, no recuerdo exactamente quien, cuando yo tenía alrededor de 11 años de edad, me cagué del miedo y se me grabó en la memória. La he contado muchas veces, siempre obtengo la misma reacción: las personas terminan desconcertadas y con miedo, más el primero que el segundo; pues nadie se imagina jamás, que un tierno bebé sea una criatura del infierno.

En la misma asiduidad de contarla (siempre hay alguien que no la sabe, así que los demás se chingan mientras la vuelvo a contar) recuerdo detalles o le añado cosas, para hacer más rico el relato. El resultado lo pueden ver escrito aquí.

Ésta historia, bien contada, puede provocar que muchos niños y algunos jóvenes, desarrollen miedo a la oscuridad. Me consta. En serio.

Juar.



RESULTADOS.


De nuevo, mi equipo, el ATLAS de Guadalajara, volvió a perder. Esta vez, contra los camoteros del puebla, 5 - 2 fué el resultado final. No dejemos que el abultado resultado nos engañe, el Atlas jugó muy bien, nunca bajó los brazos, mereció más. Pero en el futbol, no se trata de merecer, sino de jugar bien y mejor que el rival, y el puebla hizo exactamente eso. Se terminó el límite de 2 derrotas. La siguiente fecha, como local y contra Chiapas (creo) el equipo debe levantar cabeza, y remontar poscisiones como el torneo pasado. Basta ya de mediocridad carajo.

Posdata: Los pumas y las chivas perdieron, eso me hace medianamente feliz. No compone que hayan goleado a la furia, pero al menos las gatas y las birrias, están pasando las de Caín.


CATACLISMO.

Mi casa parece zona de guerra o de desastre. Ahora que está muy de moda, prendan la televisión en algún noticiero y aguanten el canal un momentito, cuando salgan imágenes del desastre de asia (que, dicho sea de paso, ya me tiene hasta la madre) vean las casas y los destrozos, ó si lo prefieren y son mas felones, váyanse al internet o a los libros de historia y busquen imagenes de guerras como la de la ex-Yugoslavia (Hoy, Serbia y Montenegro) por ejemplo.

Mi casa es el vivo retrato de las secuelas de esos desastres y conflictos. Pero, gracias a la ayuda comunitaria externa (los alarifes) la ayuda económica, los cascos azules (los compas que vienen a dar apoyo moral o ayudar, gracias David) y a una triple alianza (el eje jefa-carnala-daniel) estamos por terminar la reconstrucción de éste, el querido país -snif-, en donde habitamos.


puta, mañana a la escuela... de nuevo. puajjj.


Victa iacet Virtus
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