<body><script type="text/javascript"> function setAttributeOnload(object, attribute, val) { if(window.addEventListener) { window.addEventListener('load', function(){ object[attribute] = val; }, false); } else { window.attachEvent('onload', function(){ object[attribute] = val; }); } } </script> <div id="navbar-iframe-container"></div> <script type="text/javascript" src="https://apis.google.com/js/platform.js"></script> <script type="text/javascript"> gapi.load("gapi.iframes:gapi.iframes.style.bubble", function() { if (gapi.iframes && gapi.iframes.getContext) { gapi.iframes.getContext().openChild({ url: 'https://www.blogger.com/navbar.g?targetBlogID\x3d6273027\x26blogName\x3dNeomierda.\x26publishMode\x3dPUBLISH_MODE_BLOGSPOT\x26navbarType\x3dBLACK\x26layoutType\x3dCLASSIC\x26searchRoot\x3dhttps://neocrap.blogspot.com/search\x26blogLocale\x3des_MX\x26v\x3d2\x26homepageUrl\x3dhttp://neocrap.blogspot.com/\x26vt\x3d-2210284163126322865', where: document.getElementById("navbar-iframe-container"), id: "navbar-iframe" }); } }); </script>

Neomierda.

Cero credibilidad.

Despedida.


Me voy.

Me voy por que no puedo estar en paz conmigo mismo, ni agusto en ningun lugar. Me voy por que los fantasmas no me dejan tranquilo y ya no puedo seguir más.

Aunque no son fantasmas 'per se', son más bien, figuras corpóreas, transparentes e intangibles. Se materializan en cualquier momento, en cualquier lugar, listos para torturarme, para burlarse de mi y de la piltrafa en la que me he convertido. Se parecen a ti y a mi. Son como nosotros, iguales, idénticos. Son nuestros gemelos incorpóreos.

Es desgastante. A cada momento se materializan, al doblar una esquina, al entrar al salón en la escuela, mientras manejo, cuando como, cuando pisteo, cuando me fumo un cigarro, cuando te busco y no estás, cuando voy al parque o cuando veo televisión en casa. Cuando voy a un bar a marearme con whisky, cuando estoy escuchando música, cuando me baño, o cuando estoy apunto de dormir. Me persiguen a todos lados, a todas partes, a donde vaya, están. Solo me dejan en paz cuando duermo, o cuando, por suerte no estoy en la ciudad.

Los fantasmas vienen, se quedan, se burlan y me hacen sentir miserable. Más cerca o más lejos, se hacen sentir Son permanentes y su tortura es inevitable e incansable. Rápida e inmisericorde. Su tortura es lo que más me duele y me hiere.

Ellos hacen que me mire a mi mismo, feliz y vivo. Como cuando estaba contigo, cuando te amaba y me amabas, cuando el tiempo no nos alcanzaba, cuando te reías de mis chistes y yo de los tuyos. Cuando adoraba cada cabello en tu cabeza, cada gesto que hacías, tu amplia sonrisa de dientes imperfectos, tus hermosos ojos y las miradas que me dirigías. Me hacen ver cuanto te quería, cuando te abrazaba y no quería soltarte, cuando te besaba y no quería que terminara. Cuando me cagaban la luz verde en los semáforos y amaba pararme en luz roja. Cuando nos poníamos de cachondos y los dos nos distrutabamos horrores y por horas. Cuando te seguía a donde fuera -al infierno, incluso y aunque suene a cliché- y 'donde fuera' era perfecto, por que estaba a tu lado y estabas a mi lado. Cuando te miraba y me perdía. Cuando sonreías y me derretía. Me hacen mirar mi sonrisa idiota. Me observo siguiéndote, con la boca abierta y el corazón alegre. Y observo, también, a mis pobres esperanzas bailarinas, haciendo fiesta, felices, contentas, y borrachas de amor.

Me torturan también, haciéndome verte, tan brillante y cálida, tan bella -por fuera como por dentro-, cuando hablábamos por horas y nunca terminabas de sorprenderme, siempre aprendía algo de ti; cuando ibamos al cine, cuando estabamos en mi casa o en la tuya, solos, aplastados, viendo algún programa o alguna pelicula, cuando pisteabamos juntos tu y yo, cuando me decías "te quiero" y cuando me pedías que te abrazara o que te besara y nunca me negaba. Cuando nos quedábamos en silencio, mirandonos solamente. Cuando me hacen verte, con el cabello suelto y removiéndose con la brisa, tus manos delicadas, tu piel suave y ese dejo que te cargas al hablar.

Me muestran mi felicidad perdida. Me enseñan el que era. Al que te amaba, al que era feliz, al que pensaba en nuevas formas de sorprenderte, al que creyó en los milagros mientras estuvo contigo. Me hacen ver a alguien que pensaba que valía la pena vivir. Que vivir estaba bien. Por que tu sola presencia hacía que todo valiera la pena.

Estos fantasmas se han convertido en mi cruz, mi tortura, en la pesadez de mi existencia. Con sus risotadas estertóreas y su sonrisita zocarrona y transparente, burlóndose de mi miseria. Y ya no puedo seguir.

Por eso me voy. Por que no puedo soportar el haberte tenido y después perderte. Por que te quiero de regreso.


Fin.


Victa iacet Virtus
« Home | Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »