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Neomierda.

Cero credibilidad.

El Paseo.


Ayer saqué a pasear a mi perro. Lo llevé al parque.

Golio es un perro muy jugetón, le gusta correr, le gusta ir a traer la vara, la pelota, el frisbee y en general, lo que le avientes. Le encanta que lo lleve al parque a retozar en la hierba.

Golio es muy noble, se alegra mucho de verme siempre que llego de la calle, cuando oye el auto aproximarse, ladra. Y cuando entro, me recibe brincando, olisqueandome y lamiendome la mano.

Golio es muy listo. Cuando tiene hambre o sed por que se le terminó la comida, Golio me trae su plato. Cuando quiere salir a la calle, trae su correa. Y cuando quiere ir al patio, rasca la puerta para que le abra y pueda salir a 'marcar su territorio' o bien, 'a ponerle abono a las plantas'.

Golio es muy fiel y obediente. Me sigue a todas partes de la casa, si estoy en la estancia viendo televisión, ahi esta Golio conmigo, echado a un lado del sillón, dormitando, o solamente viendo las imágenes que no comprende. Si estoy en mi cama, va y se acuesta a los pies de la misma, acompañandome. Si voy a la cocina, me acompaña, y me rasca la pierna para que le de un trozo de jamón o de pan.

Golio come mucho. Come de todo lo que le des. Lo que se te ocurra, Golio se lo come. Recuerdo una vez que traje una caja de chiles verdes de la central de abastos, los puse en el suelo y salí de la casa a traer más cosas. La caja ahí se quedó. Después de un rato, recordé la caja y bajé para meter los chiles al refrigerador. Al bajar, encontré la caja abierta, pedazos verdes, semillas, venas y demás restos de chile en el suelo y a Golio lamiéndose la boca y buscando agua en su plato, que ya se había terminado el pendejo.

Golio es un Rottweiler, negro y brilloso, como acabado de bolear el culero. Golio es un animal muy simpático, afable, muy buen perro. Como lo quiero al cabrón.

Es por eso que de vez en cuando, lo llevo al parque a que corra, juegue y a que le de el aire fresco de la tarde de estos dias templados tan ricos.

Mientras Golio corría en el parque me senté en el pasto a verlo correr y a aventarle la pelota azul de raquetbol para que luego me la trajera. Derrepente, unos niños horribles llegaron a jugar al parque, relativamente cerca, y tuve oportunidad de verlos detenidamente, eran 2 lepes sucios y malolientes:

Uno de ellos -el mayor- vestía unos pantalones de mezclilla extremadamente sucios de comida y mugre -alcanzé a distinguir manchas de catsup, mayonesa y lo que creo que era lodo, en sus muslos- la camiseta, puerquísima, lucía una mancha café seca, tenía lodo seco en los tenis, la cara manchada, sobretodo alrededor de la boca. El mocosete comía una substancía crasa -especie de tamarindo- que sorbía directamente de una bolsita que sostenía en sus manos sucias y pegosteadas, llenas del mismo dulce que no soltaba.

Otro de los mocosos -el menor-, vestía unos pantalones de pana color caqui, rotos de las rodillas, y una camisa azul, raída y descolorada. Tenía el cabello revuelto y duro, como si no se lo hubiera lavado en días, la cara sucia y mocos secos en una de sus fosas nasales -la izquierda para ser exactos-, de la otra salian mocos líquidos que no sorbía y, cuando caían arriba de sus labios, las comía con la lengua. Se veía mal, enfermo, como si tuviera un cuadro de gripa muy avanzado o una alergia, no dejaba de estornudar, hacía un ruido desagradable al respirar y tenía lagañas horribles en los ojos, supongo, por la alergia transmitida a los ojos.

Jugaban con un balón de fútbol desgajado y gris, lo pateaban sin sentido u objetivo alguno, pateaban por patear, nada más. En eso, el balón se les fue y cayó por donde me encontraba sentado. Lo mande de regreso chutándolo fuertemente, para que fueran por el y nos dejaran a mi y a mi perro en santa paz. Pero no se movieron. Sólo se quedaron mirandonos a mi y a Golio.

Fue entonces, cuando los mocosos se acercaron, mi perro comenzó a gruñir, después a ladrar, como advirtiéndoles al par de sucios que no se acercaran, pero no se detenían. No le temían a mi perro, con todo y la fama que tienen los pelos de su raza de ser muy bravos, dejando aparte sus poderosos ladridos que intimidan al cartero y despiertan a los vecinos cuando hacen la siesta a media tarde, o cuando llego de la peda en la madrugada a mi canton.

Llegaron pues, a donde nos encontrábamos Golio y Yo. El mocoso sucio le ofreció del asqueroso dulce a mi perro y el, porsupuesto, no se negó. Acercó el hocico para poder oler la comida que le era ofrecida y si era agradable, comersela. Estaba apunto de soltar mordida cuando el mocoso quitó repentinamente la mano, asustando a mi perro y a mi, Golio gruño disgustado, por lo repentino del movimiento y por que en realidad a nadie le gusta que le quiten el bocado. Y a Golio. Menos.

El mocoso seguía ofreciendo comida a mi perro y quitándosela, lo cual lo disgustaba cada vez más, mientras, el otro lepe estaba en la pendeja: tenía la mirada perdida en algún punto del espacio, completamente ido, con los mocos escurriéndole de la nariz y la saliva cayendo lentamente de su boca. Se estaba sublimando el pendejo, en otro 'plano astral'. Su mal olor -como a mierda- era perceptible pero detectable mientras estuvo retirado, ahora, cerca de mi, era insoportable.

El pendejo mocoso seguía en su trance mientras su hermano seguía jodiendo a mi perro. Entonces sucedió. Mi perro se avalanzó sobre el, tratando de quitarle el dulce. Le mordió la mano, bueno, siendo justos, se la arrancó. El mocoso chillaba desesperado, después Golio olió el dulce en su cara, y también lo mordió ahí. Dejándolo sin nariz al instante. El niño se desmayó por el dolor.

A mi orden, Golio se quitó inmediatamente y dejó al pobre culero por la paz. Mientras el otro mocoso continuaba perdido en la inconmesurabilidad de la nada. Golio me miraba.

Unas mujeres comenzaron a gritarme que Golio había matado al mocoso, pero eso no era cierto, pues todavía respiraba. Luego me increparon más cosas que no recuerdo pues, francamente, no les estaba prestando atención. Creo que me gritaban cosas como "pobre niño" "ese perro es satanás" y pendejadas parecidas.

Harto, pero sin perder la compostura, y con mi voz más galante y mi tono mas dulce, les contesté un: -¿Son hijos de alguna de ustedes?-, -No- contestaron a coro -Entonces no estén jodiendo- Acto seguido seguí mi camino fuera del parque, junto a Golio.

Sentí un escalofrio, me di vuelta, y lo que ví, me perturbó: El otro niño había salido de su trance y miraba sonriente a su hermano agonizante, bañado en sangre, entonces miro a Golio todavía sonriendo. Mi perro, espantado, comenzó a gruñirle, esta vez sonaba enfurecido, como si la sonrisa del mocoso fuera una amenaza. En ese momento, el sucio lepe comenzo a reir. Mi perro estaba muy asustado entonces y se puso detrás mio, como si esperara que yo lo protejiera, en lugar de el a mi.

Entonces me miró. Todavía reía, y su cara era horrible, su risa maniaca, y esa especie de jadeo perturbador que hacía cada vez que tomaba una bocanada de aire para seguir riendo. No me había dado cuenta -por las lagañas, supongo-, que sus ojos eran horribles, su ojo izquierdo estaba completamente bizco, con el ojo que le quedaba me miraba fijamente, sus pupilas negras completamente dilatadas.

Comenzo a reír más fuerte. No dejaba de mirarme. Golio le ladraba. Y el no paraba de reir. Luego le escuche decir algo así como? "tendgo fío, pedd ddito"

En ese momento desapareció.

Busqué a la demás gente, y no había nadie. Más que Golio y yo en el parque, en silencio, Golio lloraba quedamente, Yo no podía creer lo que acababa de pasar. No me lo explico, fue algo sobrenatural, prefiero no complicarme: ¿para que buscarle si no tiene explicación?

Me encogí de hombros. Luego le dije cariñosamente a Golio, que seguía asustado:

-Ven Golio, vamos a casa.

Y me obedeció. Aunque después de esto, Golio nunca fue el mismo, pues ya no sale más que al patio a cagar y es raro, ahora vive dentro de la casa, le da miedo salir y pasa mucho tiempo viendo por la ventana, como si estuviera observando a alguien, que lo esta observando a su vez...

Fin


Victa iacet Virtus
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