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Neomierda.

Cero credibilidad.

A la bella infancia.


Supongo que la infancia es una oportunidad que nos da la vida para disfrutarla al máximo. No por que las etapas que le siguen sean una mierda, no. Más bien -quiero pensar-, es el hecho de que la infancia reúne todo lo necesario, cumple todos los requisitos para ser una etapa recordada, una experiencia de trascendencia importante y sin comparación, una etapa inolvidable, a la que la memoria nos regresa de cuando en cuando y que provoca un sentimiento tan ambiguo como la añoranza. -Esto, en el caso de, al menos, el grueso de la humanidad-.
Pienso que si las personas logran tener una infancia feliz, medianamente feliz incluso, tienen la mitad de su vida resuelta.

Ser niño es la mamada. Para mi lo fué. No se pueden comparar las libertades gozadas, ejercidas y disfrutadas en la infancia: Siendo niño, puedes gritar y correr donde quieras sin que nadie te diga nada, puedes estar tiradote viendo la televisión y razcándote el gaznate y ni quién reclame, puedes disfrutar de la inmunidad que da el ser niño y comer papas ahogadas en salsa valentina, jícamas, sandías y zanahorias nadando en chile piquín y jugo de limón(¡chot el juguito!), tomar refresco en bolsita y agua de la manguera de afuera de tu casa... el mismo día. Y despertar tan campante al día siguiente...
El ser limpio, inocente y sin morbo, decir groserías y 'malasrazones' sin saber siquiera el significado ('pinshi weeey' era una frase muy fuerte); el poder jugar escondidas, a la trae, polis y ratas, y stop hasta decir basta, hasta que te ganara el cansancio, se hiciera muy tarde, o por que ya empezaban los supercampeones; en aquellas cáscaras de fut con los vecinos y los compas; que se armaban con dos piedras y un balón descarapelado, en donde la victoria, la cadencia y el caldeo del partido terminaban siendo marcadas (después de un marcador de 15 a 15) por la pauta infalible del 'gol-gana'('gol de oro' mi escroto); De aquellas vecinillas mamonas que molestabas a diario (a las cuales te encantaba molestar y a las cuales les encantaba que las molestaras) de ser un héroe, pelear contra los malos, y ganarles. De que te gustara la niña chimuela, o güera, o extraña en la escuela.
Ver los caballeros del zodiaco, los supercampeones, dragon ball z, ranma 1/2, los thundercats, los halcones galácticos, remy y candy candy (ésas dos eran un drama total, telenovelas trágicas y animadas. Dios mío)
El jugar nintendo con los compas y tener siempre un juego que jamás pudiste acabar y que hasta la fecha, recuerdas con coraje; quedarte con los compas a dormir, cenar pizza, ver una película de terror(o para adultos), jugar nintendo hasta la madrugada y, cuando los gritos de la jefa lo obligaban, acostarte y sin dormir, empezar a platicar de cualquier cosa, hacer ruidos extraños, hablar de las cosas importantes y cagarte de la risa de los pedos que se echaban tus compas, de las babas que tiraban al dormir, o de que hablaban dormidos.
De no preocuparte por nada, de no tener que portarte de tal o cual manera para quedar bien con los compas, de sonreír cerrando los ojos, de perder dientes, de castigos monumentales, tremendos e inmanejables de 1 semana sin salir, 3 dias sin ver televisión o 1 mes sin nintendo (pena capital).

En fin... ser niño, pues. Disfrutar.

Si alguien me ofreciera ser niño de nuevo, definitivamente aceptaría, mi infancia fue genial, si hubiera sido más vergas, hubiera sido película(aunque nunca hubiera visto la luz, pues todos sabemos que en el cine mexicano, la mayoría de las veces acaba mal, en tragedia, donde todos pierden o se mueren y mi infancia, señores míos, rifo desmesuradamente y no tuvo madre)

Y luego se vino la noche, la adolescencia y con ella, la corrupción, el 'responsabilizarte', el 'crecer', 'disciplinarte' y 'madurar' entre otras pendejadas que te exige el aumentar de tamaño. Ver como la plenitud y la felicidad se diluían en un mar de hormonas y de pelos en la mano(y en todos lados), en empezar a fumar y toser, de pistear y que se te subiera en chinga. De ver como, poco a poco, dejaba las cosas que me encataba hacer, para comenzar a hacer otras 'de grandes', y prescenciar calladamente, el término de mis dias de felicidad.

Pero como todas las cosas, terminas aceptándolas, y aunque suene horrible el decirlo, termina hasta gustándote. Te cae el veinte, y sin darte cuenta, sabes que la época de comerte la tierra de las macetas ha terminado.

Por eso, cada vez que recuerdo mi infancia, siento mariposas en la panza, por que como la disfruté.

Es por eso que si llego a tener hijos (not likely) voy a poner todo de mi parte, para tratar de que disfruten tanto su niñez como yo la disfruté. Que tengan una infancia feliz. La más feliz posible.

Snif...

Victa iacet Virtus.
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