<body><script type="text/javascript"> function setAttributeOnload(object, attribute, val) { if(window.addEventListener) { window.addEventListener('load', function(){ object[attribute] = val; }, false); } else { window.attachEvent('onload', function(){ object[attribute] = val; }); } } </script> <div id="navbar-iframe-container"></div> <script type="text/javascript" src="https://apis.google.com/js/platform.js"></script> <script type="text/javascript"> gapi.load("gapi.iframes:gapi.iframes.style.bubble", function() { if (gapi.iframes && gapi.iframes.getContext) { gapi.iframes.getContext().openChild({ url: 'https://www.blogger.com/navbar.g?targetBlogID\x3d6273027\x26blogName\x3dNeomierda.\x26publishMode\x3dPUBLISH_MODE_BLOGSPOT\x26navbarType\x3dBLACK\x26layoutType\x3dCLASSIC\x26searchRoot\x3dhttps://neocrap.blogspot.com/search\x26blogLocale\x3des_MX\x26v\x3d2\x26homepageUrl\x3dhttp://neocrap.blogspot.com/\x26vt\x3d-2210284163126322865', where: document.getElementById("navbar-iframe-container"), id: "navbar-iframe" }); } }); </script>

Neomierda.

Cero credibilidad.

Hemoglobina

Hemoglobina es el pigmento rojo de los ematíes. Esta constituida por la unión de un grupo prostético con una proteína, la globina. Se satura de oxígeno a altas presiones de éste en los pulmones y la libera a bajas presiones en los tejidos... En castellano: es la sangre. Snif, a mi me agrada la sangre, no como para cortarme con un cuchillo y comenzar lamer la herida... me agrada, nada más. La sangre se derrama con gran facilidad. Desde un corte leve con una hoja de papel hasta un balazo por ejemplo. Despues de la detonación y el contacto del proyectil, Immediatamente e irremediablemente comienzas a sangrar, pues el proyectil ha abierto un agujero en tu cuerpo, y la sangre, siempre presente en cualquier parte del cuerpo, comienza a derramarse, sin detenerse. Un proyectil de calibre 380, .45, .50, o 9 milímetros incluso son suficientes. Los humanos somos tan fragiles...

Fragilidad, esa palabra me agrada. Todos en algún momento mostramos fragilidad, sin excepcion, hay quienes la muestran a cada rato, hay quienes una sola vez en la vida te permiten ver ese lado de ellos. Yo no se a cual lado pertenezco. Si soy frágil siempre, es una descepción. No se debe mostrar fragilidad ante nadie, pues en ese momento permites que te humillen. Por eso hay que cuidar enfrente de quien muestras ese lado. Yo lo he mostrado muchas veces enfrente de mis amigos. Ahora me pueden destruir, pues todo lo que digo o lo que hago o lo que pienso en esos momentos de fragilidad, son cosas que pueden ser usadas en mi contra. Pero como mis amigos rifan tan cabrón, dudo que lo hagan.

Destrucción. Es muy facil destruir. Cuesta mucho trabajo construir. Cuesta tiempo, ganas, sacrificio, sudor, sangre y lágrimas, incluso, algunas veces, cuesta dinero. Es un proceso largo, pero al final satisfactorio, pues al ver lo que has construido, al observar tu obra, se siente una extraña felicidad, una calidez deliciosa, una sensacion bella y reconfortante.

Construir es bello, pero complicado a la vez. Por el contrario, destruir es simple. Es cuestión de pulsar el botón correcto para que todo lo arrastre la chingada. Todos tenemos ese botón. Hay quienes lo usan seguido, pues destruyen muchas cosas que traen consigo, para no cargar con tanto en su alforja y poder caminar ligeros por la vida, sin problemas, compromisos o quereres más allá de los necesarios. Otros casi nunca apretamos ese botón, a menos que sea muy necesario o que la vida nos obligue a hacerlo, lo cual no es seguido. Es raro, pero de vez en cuando sucede. Muchas veces se nos obliga a oprimír ese botón, a destruirlo todo. En un santiamén, todo se pierde. Es en ese momento, ese instante despuós de la destrucción, cuando constatas lo que ha pasado, si bien te sientes más ligero, más libre, la horrible sensación de vacío, de ausencia, de la presencia de algo que estaba y ya no, surge abruptamente y cuesta mucho trabajo ahuyentarla, como el polvo, que aunque a veces no lo veamos, sabemos que siempre está. A mi me falta algo, y ya no se que sea, o es. Ayer pensaba que me faltaba amor. Que necesitaba que alguien, no alguien, sino la persona a la que amaba, me amara, me correspondiera, para asi ser feliz, para estar completo de una vez por todas... Fue entonces cuando tuve que despertar, cuando fui arrojado violentamente de nuevo a la realidad, triste y fría. Y sin llorar ni patalear, con la vida forzando mi mano cotra todo, me obligó a presionar el botón de destrucción, como en otras ocaciones. Y ahora, ya no hay nada. De lo que alguna vez estuvo erigido ahí: un espléndido castillo esperando por la princesa que lo habitara, solo quedan polvo, piedras y algunas ruinas: los recuerdos. Los recuerdos, buenos y malos, más buenos que malos -al menos eso quiero creer-, son lo único que prevalece, y todo lo que me queda.

Para algunas personas, los recuerdos son lo único que tienen. Viven de recordar aquellos tiempos en que eran felices: la infancia, la juventud, la etapa adulta, el primer beso, el primer amor, el primer encuentro sexual. Cada anégdota, tan única, colorida, llena de olores, sensaciones y, algunas veces, sabores, tienen un lugar preponderante en la memoria. Pero, para nuestro pesar, las cosas malas se encuentran, no hay que buscarlas mucho, tampoco se batalla. Pues todas las pérdidas, decepciones, despilfarros y malgastos, ahí se encuentran.

Todo lo que llegaron a construir lo recuerdan. Para luego pulsar el botón por alguna razón y dejar que la destruccion arrase con todo. La destrucción, también se recuerda, y con mucha mayor facilidad. Los seres humanos tenemos algo de costructores en nosotros y mucho de destructores también. Por eso existen tantas personas a las que les gusta recordar. Y lo aplican seguido, quieran o no. Son fácilmente detectables y más comunes de lo que se piensa. Pueden detectarse en cualquier lugar, solo es cuestión de saber buscarlas: son aquellos que, repentinamente, se distraen en un punto cualquiera en el espacio, con la mirada perdida, absorta en la nada, y, en medio de esa breve, brevísima, abstracción, sonríen derrepente, ríen o derraman una lágrima, indetectable a primera vista, pues la remueven rápidamente, para no traicionar su imagen de ecuanimidad exterior o para que no se les corra el maquillaje. En este rubro entramos casi todos, pues gozamos de la capacidad cerebral de recordar, de guardar aquello hermoso o terrible y dejarlo salir en el momento menos pensado.

El recuerdo está en cada esquina, en cada banca, en cada lugar y pieza musical. El recuerdo te sigue a donde vayas, esta a flor de piel. Y para bien o para mal, nunca puedes huir de el.


Pfff, que mamada.


Victa iacet Virtus.
« Home | Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »