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Neomierda.

Cero credibilidad.

Te recuerdo.

Antes que cualquier cosa, voy a encender un cigarro. Todavía fumo, me ayuda a relajarme, así puedo recordarte mejor.

Quiero que sepas de una buena vez que no te he olvidado, y que nunca lo voy a hacer. Pues lo que viví contigo, no lo he vivido nunca más con nadie. Pasará mucho tiempo antes que me vuelva a suceder, estoy seguro. También quiero que sepas que te amo, que te extraño y que el recuerdo que tengo de ti, lo llevo tatuado en el corazón y marcado con fuego en el alma. Eres parte de mí.

Nadie ha vuelto a hacerme sentir lo que tu me hiciste sentir. Extraño eso. Pero no es eso lo que me falta, me faltas tú: sentirte junto a mi, hablando, callada, dormida, despierta, fumando o riéndote. No tienes una puta idea de la falta que me hace eso, de la falta que me haces.

Tengo muy presente todo lo que pasó. Lo tengo grabado. Lo llevo en mi memoria como una película, que en contadas ocasiones me gusta ver, para que el recuerdo no se pierda entre tantas cosas que suceden a diario; para tenerlo presente, mantenerlo fresco y para renovar mi fé en que a veces, Dios se pone de buen humor y maravillas como tú llegan a iluminar la vida de personas como yo.

Recuerdo la primera vez que nos vimos. ¿La recuerdas tú? Era en aquél campamento, ibas con tu prima y yo con mis amigos. Estabas muy lejos de mí, pero no podía quitarte los ojos de encima (creo que esa fue la primera y única vez que estuvimos tan separados). Desde ahí quedé prendido de tí. En ese momento nació en mí esa necesidad: de conocerte primero, de estar contigo después, de tenerte luego y no dejarte jamás.

Todos los que dicen que el amor a primera vista no existe, me la pelan. Pero me estoy desviando...

Estábamos en la primera vez que te ví. Al siguiente día, nos íbamos de viaje al balneario ése y abordast uno de los camiones. No sé si te diste cuenta, pero en el momento en que ví a cual subiste, jalé a mis amigos para que subieramos al mismo que tú. Mientras los jalaba, aquellos nada más me preguntaban porqué, y les contestaba "Porque sí". Pero nunca fue porque sí. Tu bien lo sabes, te lo dije, era por tí, siempre lo fue.

No había lugar en el camión. Mis amigos se fueron hasta atrás, agarraron sus lugares y se pusieron a echar desmadre. No tenía donde sentarme. Hasta que me viste y de improvisto me abriste un lugar, fui y me senté en medio de ti y de tu prima. Y comenzamos a platicar. Esa primera plática fue sobre música y otras cosas triviales. No por eso dejaba de ser importante, pues hasta en las cosas más básicas y cabezonas nos entendíamos a la perfección. De verdad era tan cabrón nuestro entendimiento, que hasta daba miedo.

Llegamos pues al lugar.

Al llegar nos sentamos en mesas separadas, pero no tan retiradas. Cuando te vi en bikini... me caí del asiento, no mames. De verdad: ¿No te dolía estar tan buena? Neta que tiene que ser ilegal estar tan bien... es injusto para las demás mujeres. Eras todo a lo que los hombres aspiran y más.

Entonces me llamaste y me fui a sentar junto a ti.

Platicamos pendejadas... de toallas creo. Una plática intrascendente totalmente, pero que nos acercó un poco más, y que me dejaba caminando sobre el aire y con la baba cayéndose de la felicidad.

Después regresamos al campamento. Y ya no nos pudimos separar. No podía cansarme de tí. Recuerdo como hacíamos planes para estar juntos día y noche. Incluso a la hora de dormir, aunque los hombres y las mujeres estuvieran separados por un piso, y las escaleras con candado.

Te lo juro, fue la mejor semana de mi vida. Me acostaba y esperaba dormirme en chinga solamente para poder verte al día siguiente. Y la mejor parte de mi día era el estar contigo, aunque no estuvieramos haciendo nada, callados y aburridos. No podía hartarme. Era algo sin parangón, sin precedentes en mi vida.

Pero, como todo en este mundo. Tuvo que llegar a su final.

Creo que no tienes una idea, pero lo pregunto de todas formas: ¿Sabes lo que es eso? ¿Sabes que nunca más lo he vuelto a sentir? ¿Sabes que sólo contigo sucedió? ¿Tienes idea de lo que significó en mi vida? ¿Sabes lo horrible que fue desperdirme de ti, sin saber cuando te iba a volver a ver? ¿Y sabes lo feliz que fui cuando me entregaste ese papelito que decía tu nombre, tu dirección y el perrito llorando?

Como te lo dije, creo que no lo sabes. Pero fue mucho. Resulta que vivías hasta casa de la chingada, lejos, allá donde el aire pierde el rumbo y el diablo se va de fiesta. Pero no me importaba. Yo quería estar contigo y nada ni nadie me lo impediría.

Y así fue, estuve en contacto contigo. Te llamaba por teléfono y cuando pude, te visité en tu casa.

Pasó el tiempo y te mudaste a casa de tus tíos. Que me quedaba considerablemente mas cerca, podía ir hasta en la ruta a verte. En ese entonces estaban pasando muchas cosas en mi vida -ya las sabes, no las tenemos que discutir aquí- y pasaba la mayoría de mi tiempo por esos rumbos y nos veíamos a diario.

Para ese entonces, ya éramos novios y estabamos juntos en todos lados. Andábamos de arriba para abajo, de pata de perro en la calle todo el día, pero juntos. En ese momento yo hize muchas cosas de las cuales no puedo arrepentirme, y tu me seguiste sin importarte nada, sólo estar conmigo.

Puedo decirte en este momento, que esa apoyo y esa camaradería no la he vuelto a tener con nadie, y menos, con una mujer. Llegó un momento en el cual podía largarme a al infierno en martes y estaba seguro que me acompañarías, y sé que lo hubieras hecho por que me amabas tanto como yo a ti.

Creo que en ese momento no medí las consecuencias de todo lo que hacía y dejaba de hacer, y no me importaba. Ahora pienso distinto, y creo que abusé de esa confianza y seguridad que tenía contigo. Supongo que a estas alturas ya no importa, pero aún así, te lo agradezco.

Recuerdo las tardes en casa de tus tíos y lo alivianados que eran: Estábamos solos en tu casa, viendo televisión, una película o fumándonos un cigarro, ellos no decían nada, cuando otros se hubieran colgado del techo. Nos dejaban ser.

Había momentos de pasión y creo que los recuerdas. Fue entonces cuando sucedió lo que la mayoría de los hombres temen. Y me lo dijiste: "Oye, hace dos meses que no me baja". En aquél entonces, no sabía lo que quería decir eso, ni me importó. Hasta que me lo explicaste y lo digerí: no tenía miedo. Estaba dispuesto a afrontar las consecuencias. Porque estaba contigo, y teniéndote a tí, todo valía la pena.

Meses después, llegó tu cumpleaños. No estaba contigo, me encontraba arreglando unos asuntos y me llamaste. Me pediste que fuera a tu casa: estaba toda tu familia junta celebrando y me querías ahí contigo, accedí. Estaba fuera de mí en ese momento. Pero todavía lo tengo presente.

Un rato después, me llamó un amigo. Contesté, y solamente me dijo que necesitaba verme de inmediato, por que algo había sucedido. Le ordené que me dijera de que se trataba, no lo hizo; solamente me repetía que fuera de inmediato, sin prestar atención a los gritos y maldiciones que proferí contra él.

Llegué al lugar.

Ahí estaba él, con otros amigos. El lugar era un desmadre lleno de patrullas, ambulancias y policías. Había una moto tirada y un cuerpo cubierto con una sábana blanca. Alguien había muerto.

Bajo la sábana blanca, rodeada de policías y peritos, estabas tú. Me negaba a creer que se tratara de ti, que estuvieras ahí tirada, inerte, blanca. Esperaba que solamente estuvieras dormida. Me hacía pendejo y me evadía. "Ella no es" repetía una y otra vez, "No es ella. No puede ser". Pero por más veces que lo dijera, por más que tratara tergiversar los hechos, era inútil. Ahi estabas. Muerta. El amor de mi vida, la luz de mis ojos, la madre de mi hija. Muerta con una sábana cubriéndola.

El resto se vuelve borroso. Estaba perdido, en la oscuridad, todo se volvió negro, todo se derrumbó, todo mi mundo se vino abajo. Los que estuvieron conmigo ese día, me cuentan que hize muchas cosas por el dolor y la furia. Francamente, no quiero o no puedo recordarlas.

Nisiquiera fui a tu velorio, ni al entierro. Mi dolor era tan grande, que me negaba a creer que estabas tendida en un ataúd sin vida, llevando a mi hija contigo... Pero tuve que aceptarlo.

Muchas cosas han sucedido desde entonces. Puedo decirte que me cambiaste la vida en todos los aspectos, buenos y malos. Dicen que hay personas que son un parteaguas en la vida de otras gentes. Tu lo fuiste en la mía, y por ello te estoy eternamente agradecido. Gracias a tí, soy quien soy en éste momento.

Por último, solo me queda despedirme. Recuerda que te extraño y que no pasa un día en que no piense en tí y que estoy seguro que me cuidas desde donde estás, pues el amor que nos tuvimos, rebasa las barreras del entendimiento humano, del tiempo, e incluso, de la muerte.

Te amo. Aunque eso ya lo sabes.
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