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Neomierda.

Cero credibilidad.

Tres.


Estoy harto, he llegado al límite por fin. He alcanzado la última frontera de mis fuerzas gracias a ustedes, runfla de imbéciles, lo cual les agradezco enormemente, pues es ahora, mientras pienso en mi transición frente a esta humeante taza de café -lo único, puedo decir, que no ha salido mal hoy-, y este insípido cigarrillo, es que es ahora cuando, finalmente, y después de todo este tiempo de aguantar atrapado, esta horrible vida que llevo, de ver el precio exhorbitante que se paga por la vida, es cuando he decidido comprar mi carísima libertad, pagándola de contado, al chingazo, pero no con dinero, más bien, con sangre.

Todo lo que necesitaba para llevar acabo mi plan era sólo una señal. Un minúsculo guiño, un imperceptible cambio, algo, lo que fuera; algúna cosa fuera de lugar, poco común, que se supone, no sucede normalmente, que no pasa todos los días, fuera de serie, 'un milagro' si si religión se los permite, una variación, si no profesan fé.

Realmente no se por que esperaba que sucediera esto precisamente Hoy, el día de mi explosión, pero a estas alturas no me importa. Solo esperaba, sentado, bebiendo café y fumando, a que el destino, dios, o como quieran llamarle, diera el visto bueno e hiciera la señal de avanze. Esa señal rarísima que fácilmente -a ojos cerrados, a oídos sordos, con una pura y simple corazonada- habría de reconocer.

Quisiera hacer un paréntesis para explicar, brevemente, el por que de mi explosión. Pues no quisiera que creyeran, por lo que les he contado -y apunto de contarles- que soy algún tipo de loco sediento de sangre, que escapó de alguna institución siquiátrica y que es buscado por cielo mar y tierra; o que soy un pobre hombre solitario, sin amor, que desde su niñez fue ignorado, donde su criadora fue mamá televisión y que va en busca de la atención negada durante toda su vida y bla bla bla bla. No quiero suposiciones desembocando en la creencia de que soy algún tipo de imbécil reaccionario, que, en busca de morir heroica -y pendeja- mente, da su vida, como si fuera morralla, por su causa. Tampoco quiero que piensen en mi como alguien que buscó hacer algún tipo de declaración, o que buscaba 'predicar con el ejemplo' eso déjenselo a las películas. Unicamente me gustaría que sepan, que estén enterados, concientes de que no soy más que un hombre normal, un Juan Pérez cualquiera, con una vida, un trabajo de 9 a 6 con una hora para comer, soltero, al que le gusta fumar, beber whisky y prender un churro de vez en cuando en la privacidad y santísima paz de su hogar, con carro propio, que tiene familia -amigos más bien-, y una novia como todos los demás -a menos, claro, de que tengan una concepción diferente de lo que es 'normal' ¿verdad?-. Quiero, me quieren y gozo de privilegios exclusivos para la gente con los recursos para tenerlos.

Así es mi vida, o era, ya no lo sé bien.

No soy más que el resultado, de cuando todo, absolutamente todo en la vida de alguien, se va por la borda. Soy solamente el producto del hartazgo inconmesurable, de alguien que pasó toda su vida deseando algo que no pudo alcanzar, tratando de realizar un sueño que, por desgracia, nunca se cumplió: vivir. Simplemente. Aclaro que tener todos esos 'privilegios' y 'ventajas' antes mencionadas, no significa para nada, la felicidad. Pero no pienso internarme en pendejadas metafísicas, del alma o de la psique humanos, pues honestamente, son parte de las 17826 cosas que me valen verga.
En realidad, lo que pasó fue que de un momento a otro, todo lo que tenía y que 'me hacía feliz' me abandonó repentinamente, así, de golpe y porrazo, de la nada, un dia lo tienes todo, y al otro nada. No conocí a mi familia, pues soy huerfano -no quiero que se apiaden de mi, me ha ido bien, solo hay que sortear obstáculos- tenía amigos, pero todos me abandonaron por diferentes circunstancias, por sus compromisos de trabajo, de pareja, por otras amistades más importantes, por sus proyectos de vida y la verga, mi novia me dejó, por otra mujer, perdí mi trabajo, y aunque tengo dinero ahorrado y me dará para vivir unos 2 meses, resulta que debo dinero para mi auto, que choqué hace unos días, y que no estaba asegurado. Osease: Me lleva la verga y ya no puedo más. Notable ¿verdad?.

Ahora bien, una vez aclarado el asunto de los porqués pasemos a los cómos. Los dejé en espera de la señal que habría de liberarme. Y que sucedió en menos tiempo de lo que yo pensaba...

Bebía el último sorbo de mi café, ya la ceniza de mi cigarrillo se había unido a la del cenicero, cuando en ese momento, afuera del lugar donde me encontraba, escuche los gritos de una mujer, creo que gritaba algo así como, fuego, fuego, auxilio, fuego, por mero sentido común, sobra decirles que la mujer gritaba mentiras, pues es bien sabido que cuando una mujer, comienza a gritar fuego, es por que esta siendo violada, cuando pides auxilio, nadie acude, pero si gritas fuego, la gente acude corriendo; además el olor a chamuscado no se detectaba, a pesar de que los gritos se escuchaban cerca, fuertes y claros.

Esa era mi señal.

Sonriendo como pocas veces en mi vida, dejé lo que estaba haciendo, me levanté de donde estaba, y así, sin más, me marché. Seguí el sonido de los gritos, los cuales me llevaron a una especie de callejón o callejuela, sucia y grafiteada, donde un gañan intentaba violar a una mujer, con los pantalones abajo, ella contra la pared, gritando desesperada, mientras el le lamía el cuello, tenía un cuchillo contra su garganta, justo en la yugular. Vi todo esto de lejos, y me acerqué, no sabía que sentir, me causaba mucha risa el ver al tipo con los pantalones abajo, y mucho asco a la vez, me encabronaba que intentaran violar a la tipa, pero su llanto y sus gritos me desesperaban, quería callarla a como diera lugar.

Ninguno de los dos sintió o escuchó mi presencia al llegar, pues seguían en lo suyo. Entonces, me acerqué en silencio al hombre, y así, calladamente, lo golpeé en la entrepierna mientras me daba la espalda, así, con los pantalones abajo y los huevos al aire, inmediatamente cayo al suelo, solto el cuchillo y se dobló de dolor. Fue delicioso. La mujer seguía pegando de alaridos, entonces me llevé el dedo índice a los labios indicándole, que por favor, por vida suya, se cayara el hocico, y lo hizo, dejó de gritar por fin. Acto seguido de callar a la tipa, continué con el tipo, no recuerdo su cara, sus facciones, ni recuerdo si era gordo o flaco, solamente recuerdo una silueta retorciéndose de dolor en el suelo; tomé el cuchillo que tiró, ya con el en mano, seguí pateando al tipo, hasta dejarlo inconsiente, después, evocando toda ecuanimidad, le corté los testículos. La mujer gritó horrorizada por mi acción, y le di un buen chingazo que la noqueó y probablemente rompió su mandíbula, pues escuché el sonido al conectar el golpe y la tipa cayó de bruces sin meter mano, obviamente se dio en la cara, si mi golpe no rompió su mandíbula, la caída seguramente lo hizo, respiré aliviado, al menos así se callaría de una vez por todas.
Como el tipo se estaba desangrando y la mujer estaba maltrecha, decidí poner fin a su sufrimiento, tanto el de el como el de ella, pues el hombre no toleraría vivir sin sus tanates, y la mujer no podría volver a mamar pito como dios manda, decidí entonces cortarles el cuello a los dos. Y me sentí bien, magnánimo, y hasta de buen humor, de la manera como se debe sentir Dios cuando mata a alguien.

Después de ese breve momento de quietud, busqué en los bolsillos del gañan y en los de la tipa, en los de él, encontré efectivo, condones -siempre hay que prevenir- una pistola calibre .44 cargada y con un clip aparte, un ladronzuelo seguramente, la mujer en su bolsa traía maquillaje, papel higiénico, su cartera, dinero incluido, un spray de pimienta -que, tristemente no supo usar- y un dildo, a la morra le gustaba divertirse, ni quien la juzgue.
Tomé la pistola y me la puse en el pantalón atras, como en las películas, tomé el clip de la pistola, el cuchillo, el dinero de los dos, el papel higiénico y el dildo -hey, uno nunca sabe cuando se puede necesitar un dildo-.

Abandoné los cuerpos y seguí mi camino, caminé muchas cuadras, no sabría decir cuantas y entré a una tienda de abarrotes, el hombre me saludó cordial y yo no le respondí, no estaba de humor. Saqué un jugo del refrigerador y lo lleve para que lo cobraran: el precio a pagar era de 12 pesos, por un jugo mediano. Eso no está bien, es un robo, es un abuso aquí, allá y en todas partes, y esos abusos, no pueden permitirsele a nadie, así que saqué mi arma de atrás de mi pantalón, y apuntándole a la cara, le pregunté el precio de nueva cuenta. El encargado se sorprendió al ver el mountruo plateado y de un ojo que cargaba en mis pantalones, pero eso no evitó que me diera el mismo precio, 12 pesos. Hizo que me molestara, y jalé el martillo del arma sin dejar de apuntar, y pregunté de nuevo el precio. El hombre tragó saliva, y con voz temblorosa musitó algo así como... diez, o algo así, perdonden, pero no alcanzo a recordarlo claramente. Lo que sí recuerdo fue que había bajado el precio del jugo, pero no lo suficiente, pues diez pesos es un precio igual de alto para un juguito mediano de 6 pesos máximo, apreté el gatillo del arma, que hizo un ruido espantoso y dejo un penetrante olor a quemado. Dejé al tipo sin cara, en su lugar, en la pared, estba una obra de arte abstracto color rojo y rosado, con líneas, curvas y puntos en la pared, 'action painting' diría alguien por ahí, lo cual me hizo sonreír y decir algo asi como... kandinsky me la pela... después tome mi jugo, lo limpié pues se habia salpicado de sangre y salí tranquilo y sonriente del local.

Me tome mi jugo en tres tragos, calmando mi sed al instante, y guarde la botella como recuerdo.

Seguí caminando sin dirección, sintiéndome perfecto, feliz, libre, ligero, vivo al fin. Quien te hable de la nímesis, de la catarsis, te dirá que es una forma de descargar sentimientos mediante el arte, yo digo que el que lo dijo no sabe nada. Uno sabe lo que es catarsis cuando mata al primer pendejo, lo reafirma al segundo y se libera al tercero. Eso, es catarsis -o nímesis, como quieran- y no las pendejadas que dicen por televisón o en los librajos esos de arte y las arañs, con fotos de artistas conceptuales, cubistas, realistas con cara de constipados, de incomodidad.
Pero eso no importa, continúo, seguí caminando y me cansé así que pedí un taxi, y di la direcció de casa de un tipo que se convirtió en mi enemigo hacía mucho tiempo, decidí irlo a visitar, el taxista me llevó, viajé en silencio todo el trayecto, llegamos a nuestro destino, pagué y el taxi se marchó, me acerqué a la puerta y toqué. La cara de sorpresa de mi enemigo al abrir fue perfecta para una foto: seguro no esperaba visita ese dia y mucho menos, esperaba que yo llegara a su casa a 'visitarlo'.

Sonreí ampliamente, el, obviamente, no; pues no se alegraba de verme, pero aún así me invitó a pasar. Pasé y me senté. Me ofreció algo de beber y le pedí whisky con hielo -realmente tenía ganas de uno- me lo sirvio y me sorrajó las pendejadas de regla como, que te trae por aquí, que ese milagro, que bien que vienes, me da gusto verte, hace años que no te veía, has cambiado, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla. Yo contestaba con monosílabos, y bebía mi whisky frío y delicioso, su sabor hacía camino en mi garganta y llegaba a mi estomago, que ardía de felicidad, prendí un cigarro, y le pedí un cenicero, el tipo se levantó, fue por el cenicero, y mientras estaba de espaldas, me levante sigiloso y le dí un golpe en la nuca, que lo dejo fuera de combate. Al despertar, se vio a sí mismo, desnudo, amarrado a la cama con sus corbatas baratas, con los ojos tapados y las piernas abiertas. Antes de que pudiera decir cualquier cosa, lo amordazé con un calcetín hecho bola en la boca. Para ese entonces el tipo sudaba copiosamente, de puro miedo y nerviosismo. Me serví más whisky y lo bebí de un sorbo, -agradecí ese último trago- luego, saqué el cuchillo del violador y comenzé a hacer pequeñas incisiones por todo su cuerpo, pobrecillo, gemía de dolor, cuando las heridas y mi aburrimiento eran suficientes, tuve una idea: decidí penetrarlo con el dildo de la mujer, y asi lo hize, acerqué el dildo a su ano, y sin previo aviso, lo embestí. Los gemidos aumentaron exponencialmente, pero mi duda era si se trataban de gemidos de dolor, o de placer... introduje el pene de plástico lo más adentro que pude de una sola vez, con lujo de violencia, solo escuché un gemido prolongado que fue disminuyendo, hasta el silencio. Supe entonces que el pobre cabrón se había desmayado de nuevo y lo dejé descansar, la cama estaba empapada de sangre y sudor. Era graciosísimo verlo ahí, maltrecho, saboreando la fría y dulce venganza. Lo tenía ahí, indefenso, desangrándose, listo para morir. Listo para poder disfrutar de mi abuso a mansalva. Pero lo dejé así, de todas formas el flujo de sangre era demasiado, indetenible, era muy factible que no recuperara el conocimiento de nuevo. Lo deje ahí, tranquilo y apacible, recostado en su cama, desnudo, amarrado, con los ojos tapados por un trapo, con heridas por todo el cuerpo, un calcetín en la boca y un dildo en el culo.
y seguí mi camino.

Por cierto, me llevé el vaso con whisky de su departamento, pero lo tiré tiempo después, es molesto cargar un vaso de vidrio en el gabán.

Lo que sigue es más de lo mismo, mi furia, mi tristeza, mi impotencia, mi vida desperdiciada, descargados catárticamente sobre desconocidos y conocidos por igual.

Nunca me sentí mejor.

Recuerdo ese indigente que maté a golpes, maldito huevón, se veía fácilmente de mi edad, estaba sano, no le faltaba ningún miembro, solo estaba de huevón, no se le daba la gana de trabajar. Y eso me saca de quicio, así que, completamente fuera de mí le reventé la botella en la cabeza y con los pedazos que quedaron, corté una de sus manos, para que tuviera una buena razón para mendigar y dar lástimas.

Igualmente, recuerdo a unos cholillos, que, intentando asaltarme con un desarmador -increíble, un desarmador-, para 'bajarme' la 'feria' y después 'ganar' pa' su 'cantón'. Me vi obligado a coserlos a balazos, a los 4, en defensa propia; pues me podrían haber matado.
No tendrían más de dieciocho años, las cosas que se encuentra uno ahora.

Y no solo estan ellos, esa noche, cayeron en mis garras, muchas mas víctimas inocentes, algunos sin deberla ni temerla, otros por que me molestó algo de ellos, y otras, eso sí, por que se lo merecían.

Entre ellos estaba aquél pobre imbécil que conocí en la univerisidad. Era repugnante en su forma de ser, viviendo de la lástima, la pena y la compasión agena. Asqueroso, realmente asqueroso. Pero mala tarde, pues se encontró conmigo el mismo día de mi liberación, y si con alguien me pase de culero fue con el. Lo resumire rápido: lo saludé, lo invité a un bar de mala muerte, una vez ahí, le compré todo lo que quiso de beber, y le piché todo lo que quiso meterse, -cortesía de la violada y el gañan- entonces, punto pedo y drogado, me pidió que fueramos a cenar, fuimos caminando a una hamburguesería cercana pero antes de llegar, le ofrecí una última vianda: una jeringa llena de heroína. Y cuando digo llena, es Llena y no chingaderas. Toda la jeringa. El tipo no dudó un segundo, de hecho, me lo agradeció, murmurando algo como, gracias man, hace mucho que tenía el antojo... el junkie se sentó en plena acera, se arrancó una agujeta del zapato y se la amarró alrededor del brazo derecho, haciendo presión para saltar la vena, entonces con la mano libre llevó la jeringa llena de droga a su brazo, y presionó el émbolo hasta dejar la jeringa vacía, en menos de lo que dices "eres un pendejo y te odio", el tipo ya estaba en el suelo, con la jeringa todavía en el brazo, convulsionandose violentamente. Yo solo lo arrastré a un callejón y terminé de verlo morir. Era resistente el muy cabrón, duró como una hora batallando, pero ya le tocaba. Y no miento al decirles que este fue el último, él completó mi liberación, el que me hizo feliz, el que me hizo sentir cálido y completo. Tampoco es embuste si les digo que el pendejo hasta muerto se veía patético. Pero eso ya no importa.

Terminé mi odisea entonces, y llegué aquí. A donde estoy ahora. Escribiendo todo esto, en este blog. Para dejar constancia de esta noche, en la que me liberé, sintiéndome como nunca, mucho mejor conmigo mismo, más libre, más ligero, sin cargas, y, por primera vez en mi vida, libre, libre completamente. Les recomiendo que, cuando su vida deplano vaya mal, cuando los este llevando la chingada literalmente, en lugar de deprimirse, y renegar de Dios y de todos, maten a alguien, a quien sea, no hay nada más catártico que la muerte. Verdad de Dios.


¿O me equivoco Daniel?


Victa iacet Virtus.
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