Float On.
Llegado el momento de tomar decisiones, me detengo por un instante y me pongo a pensar. Algo me incomoda sobre lo que estoy a punto de hacer, no es incomodidad inmanejable o que no te deje pensar, más bien se trata de ver que algo no está bien, algo no marcha.
No es duda, tampoco es miedo, y mucho menos la estúpida excusa que todos hemos usado alguna vez: "No estoy preparado". Esto es otra cosa. Una clase de prejuicio o, bien visto, de precaución; ya antes me ha tocado tomar una descición así. Ya sé de lo que trata, se a donde voy, a lo que voy, lo que me espera y también sé que puedo -fácilmente- afrontar cualquier eventualidad.
A veces me preocupo demasiado. Pienso en lo que me espera, algo que espero experimentar, enfrentar o inmiscuirme y siempre, antes de que el miedo, la duda o cualqier otra cosa; llega esta precaución, este sentimiento de estar alerta y al tiro por qualquier detalle, cualquier gesto o cualquier problema. Hacía tiempo que había dejado de sucederme, aunque no me afecta.
Muchas ocaciones, consciente de esa precaucón -o inseguridad-, decido hacer lo que tenía pensado, resultan ser exageraciones mías y subestimaciones de la situación. En resumen: No es tan malo como pensaba, de hecho, puede no ser malo después de todo.
Lo mismo tiene lugar aquí.
Escribo esto para hacer constar, para dejar marca de este sentimiento. Lo dejo aquí para regresar, y leerlo después de que todo suceda. Lo dejo como una posible constancia de que puedo equivocarme y, en efecto, me preocupo demasiado.
Podría ser...