<body><script type="text/javascript"> function setAttributeOnload(object, attribute, val) { if(window.addEventListener) { window.addEventListener('load', function(){ object[attribute] = val; }, false); } else { window.attachEvent('onload', function(){ object[attribute] = val; }); } } </script> <div id="navbar-iframe-container"></div> <script type="text/javascript" src="https://apis.google.com/js/platform.js"></script> <script type="text/javascript"> gapi.load("gapi.iframes:gapi.iframes.style.bubble", function() { if (gapi.iframes && gapi.iframes.getContext) { gapi.iframes.getContext().openChild({ url: 'https://www.blogger.com/navbar.g?targetBlogID\x3d6273027\x26blogName\x3dNeomierda.\x26publishMode\x3dPUBLISH_MODE_BLOGSPOT\x26navbarType\x3dBLACK\x26layoutType\x3dCLASSIC\x26searchRoot\x3dhttps://neocrap.blogspot.com/search\x26blogLocale\x3des_MX\x26v\x3d2\x26homepageUrl\x3dhttp://neocrap.blogspot.com/\x26vt\x3d-2210284163126322865', where: document.getElementById("navbar-iframe-container"), id: "navbar-iframe" }); } }); </script>

Neomierda.

Cero credibilidad.

La clave del éxito


Padre e hijo se quitaron los sacos de cemento (vacíos) que les servían de capuchas para acarrear ladrillos sobre los lomos, se enjugaron el sudor de la frente y se sentaron a la sombra de una revolvedora. El paisaje de andamios, carretillas y muros a medio construir invitaba a la serena reflexión, máxime que era la hora del almuerzo y toda actividad había cesado en la obra. Y fue entonces que el padre --a quien apodaban "El Cucharas"-- consideró llegado el momento de hacer partícipe a su hijo adolescente del caudal de su vasta experiencia.

--Mira, muchacho --comenzó, sacando de su humilde itacate el jarrito de frijoles, los chiles verdes y las tortillas que constituían todo su alimento--: ya es hora de que mis cOnsejos de padre se proyecten en la formación de tu carácter. Es mi propósito hacerte ver que en esta vida la clave del éxito consiste en saber lo que se quiere, en ser firme con lasp ropias convicciones y en no dejarse derrotar por los obstáculos y contratiempos que se presenten en el camino. Pero sobre todo, se debe tener una meta y hacerse el designio de llegar a ella contra viento y marea.
"El Cucharas" hizo una pausa como si escrutara en su interior y luego entregó al joven los ingredientes necesarios para que se preparara un taco.
--El ser humano --continuó-- debe saber en todo momento hacia dónde apunta la veleta de su voluntad para seguir la dirección que señale con gesto decidido, sin reparar en impedimentos ni resistencias. Un hombre, para poder llamarse así con pleno derecho, ha de tener siempre bien presente que él mismo, y nadie más, posee las riendas de su propia vida. Las influencias ajenas, las intervenciones extrañas, son el recurso deleznable de irresolutos y pusilánimes.
--Okei, jefe --asintió el joven, enchilándose una gorda.
--Las circunstancias -prosiguió "El Cucharas"-, jamás deben amilanarte ni constituir excusas para no alcanzar el triunfo, ya que el hombre autárquico concibe con realismo el axioma de que cada quien es el capitán de su alma y el arquitecto de su propio destino. El azar, por consiguiente, debe ser concepto que ignore y desprecie la persona de convicciones formadas, que sabe articular la realidad a su antojo, merced al poder mismo de sus firmes determinaciones. ¿O no?
--Simon, jefe --repuso el muchacho masticando taco a dos carrillos, mientras un chorrito de caldo de frijoles le salia por la comisura de los labios y le escurría por la barbilla.
--La responsabilidad de un comportamiento acorde con las íntimas normas de cada uno --volvió a la carga "El Cucharas"--, es el mandamiento único, pero tremendamente severo, que el triunfo impone a los hombres de carácter. De nada sirve el denuedo, hijo mío, sin el respaldo de unos ideales perfectamente esclarecidos en la propia conciencia. De poco vale el afán sin el apoyo de una creencia y de una convicción perfectamente enraizadas en la personal reflexión y en las profundidades de la mente. Como dijo Napoleón (y como deberían decir todos los hombres que deseen triunfar en la vida), "soy la bala de mi propio cañon y el blanco de mi destino".

El albañil calló un momento, embauló otro taco de frijoles, bebió un largo trago de Coca-Cola (el gremio de alarifes y similares ya no bebe pulquito en la obra, salvo el 3 de mayo, día de la Santa Cruz), reanudando su parlamento:
--La persona de firmes principios lucha por su meta, una vez establecida, hasta lograrla absolutamente, sin lánguidas treguas ni cobardes vacilaciones. El hombre que sabe lo que quiere, intuye dónde le aguarda el triunfo y hacia él se dirige, son titubeos ni claudicaciones. Impulsado por el potente motor de sus energías físicas y espirituales, guiado por la brújula de su voluntad férrea, sostenido por su íntima convicción de que obtendrá el triundo a la corta o a la larga, convertirá de esta manera su destino en esplendorosa realidad. ¡Esta es la clave del éxito, hijo mío! Saber lo que se quiere y no regatear ni escatimar esfuerzos hasta conseguirlo.
--Pos si asté asi lo dice, asi debe ser, jefe --aceptó el adolescente, hurgándose el interior de la boca con un dedo, en busca de un molesto hollejo de frijol que le había quedado incrustado entre dos piezas molares.
--Así es --dijo gravemente "El Cucharas", guardando el jarrito y la remendada servilleta de las tortillas en el itacate.
Tras unos minutos de silenciosa meditación, interrumpida de cuando en cuando por algún sonoro y profundo regüeldo, y durante la cual mantuvieron fijas sus miradas en los agujeros de sus estropeados zapatos, por los que asomaban los dedos gordos de sus pies, cubiertos de cal, tierra y cemento, padre e hijo se levantaron y volvieron a cubrirse la cabeza con los sacos de "Tolteca" para seguir acarreando ladrillos. Sin embargo, antes de reincorporarse a la pesada faena, el muchacho pregunto al autor de sus días:
--Oiga, jefaz, ¿y como es que asté, con ese pico de oro, con esa sabiduría tan de a tiro sabia y con esos idiales tan elevados, nunca ha salido de esta talacha tan móndriga en los andamios?
"El Cucharas" miró a su hijo con gesto de satisfacción, con arrogancia de hombre que ha triunfado, con la íntima complacencia de quien ha conseguido cabalmente lo que un lejano día se propuso.
--Es que mi sueño dorado, hijo, siempre fue el de ser peón de albañil.
Después se echó una carga de ladrillos sobre el lomo y se alejó dando traspiés entre los escombros.

***



En nota aparte, aprovecho para desearles un Feliz 2006 a todos ustedes. Y también desearle feliz cumpleaños a este blog que cumple su segundo aniversario hoy. Pocas cosas me duran tanto. Ojalá siga.

Chido!
« Home | Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »
| Next »