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Neomierda.

Cero credibilidad.

No smoking.


Desde el Domingo pasado que no me compro mi propia cajetilla de cigarros. Toda la semana me la he pasado bajándole los chichos a todo el que veo fumar; sea amigo, conocido, desconocido, viejo o joven.

No se porqué no he comprado una cajetilla de cigarros esta semana... creo que la causa prima es que no tengo dinero para la cajetilla, la causa segunda, es que ya me tienen hasta la madre los Camel, no me saben a nada, hasta me dan dolores de cabeza, esa es una señal inequívoca de que debo cambiar de marca.

Recuerdo mis primeros pasos en el placentero mundo del cigarro. Dados gracias a la generosidad mi difunta abuela que, un día mientras fumaba su cigarro de la tarde,leyendo el periódico, me llamó y me dijo:

Abuela: -Daniel, ¿Has fumado antes?

Daniel: -No...

Abuela: -Bueno, tráeme mi cajetilla.

Daniel: -¿Para que?

Abuela: -¡Tu traela! No seas impertinente.

Daniel: -Si abuela...

*Va, agarra la cajetilla, regresa*

Daniel: -Aquistan tus cigarros.

*Saca uno, lo prende*

Abuela: -Toma, fúmatelo. Para que nadie te cuente.

Daniel: -¿Eh? *Le dan el chicho, le da un toque*

Daniel: *Tose como perro*

Abuela: Preferible que lo hagas aquí, enfrente de mi, a que lo hagas fuera de la casa...

Por supuesto, la anégdota no va así, es mucho más graciosa y con manerismos muy buenos, que en la frialdad del teclado no se pueden transmitir. Por cierto, ese primer cigarro era un Montana rojo, si es que les importa (yo se que no).

Ah, en su profunda sabiduría, mi abuela no tenía idea de lo que acababa de desencadenar en mi interior. No tenía la más remota idea de que su nieto, con sus tiernos 14 años, estaba allanando el terreno de lo que sería un vicio arraigado cabronamente, y alimentado con grandisimas y delirantes dosis diarias de nicotina y alquitran del camellito, del faro, del vaquero y del oceano.

Recuerdo que siempre compraba cigarros sueltos, o se los bajaba a mi jefa, que desde siempre ha fumado Marlboro blancos, pero los dejé rápido pues son un asco. Luego, un día compré una cajetilla de cigarros Pacífico, me gustaron mucho, y a mi cartera también, me harté de ellos y cambié de marca. Fumé faros, después Marlboro rojos(etapa obscura que no duró mucho), Monterrey de cuando en cuando y Camel, que fueron mis cigarros preferidos hasta ahora.

Como dije, ya me hartaron. Por eso no he comprado cigarros esta semana, fumando caridades de los amigos y aguantándo vara de lo que sea que se metieran. Pero hoy, por primera vez en 2 años, he regresado a la primera marca de cigarros cuyo precio accesible y buen sabor, me abrieron de par en par los brazos, recibiéndome cálida y hospitalariamente al placentero mundo del vicio: Los Pacífico.

Pasé por muchas cosas fumando estos cigarros. Cuando abrí la cajetilla y le di el primer jalón, sentí ese sabor tan conocido pero que ya había olvidado. Al saborearlo regresaron como un alud, recuerdos, anégdotas, buenos momentos que viví, que tenía guardados en la memoria y que redescubrí de golpe.

Son buenas cosas, es increíble que algo como un pinche cigarro te recuerde tantas cosas en tan poco tiempo, es muy agradable. No se cuanto voy a durar fumando esta marca o fumando en general, ni me importa.

Pero mientras, me fumo uno a la salud de todos ustedes mentecatos que pierden su valiosísimo tiempo leyéndome.

Chido.
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