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Neomierda.

Cero credibilidad.

Feliz día de la bestia.

martes, junio 06, 2006
Este texto fue encontrado enterrado en las ruinas de una civilización que existió hace tres milenios. Se encontró envuelta en una sustancia extraña, una clase de 'escudo protector' de alta duración de extraña textura, que mantuvo intacta la integridad del documento hasta nuestros días. En él, tenemos por fin una idea de el inicio de la desaparición de esta civilización, y de sus maneras de vivir. En aras de su adecuado aprovechamiento arqueológico, citamos en su totalidad el texto:

La verdad nunca creí que viviría lo suficiente para ver el fin del mundo. Obviamente (y como raras veces), me equivoqué.

No me esperaba que el fin de nuestros días terminaran tan... tan... ¿cual es la palabra?... ¿repentino?... no... abrupto... así mero: abruptamente. Esque no mamar, de un plumazo terminó todo, y contrario a lo que se puede pensar, a nadie le dolió. Es más, de hecho, tan rápido y eficiente fue ¡que no tenemos la certeza de si estamos muertos o no!

Es curioso como suceden las cosas, es increíble que todas las personas hayan tratado de predecir como iba a terminar nuestro período en este planeta tan simpático. Siempre sacando fechas, proyectando escenarios, prediciendo fines... y todos terminaban con una explosión, con tortura, con sangre derramada, con muerte lenta y dolorosa, con guerra o con hambruna, con la venida de la divinidad temeraria o el grito imperioso del creador, que viene a colectar lo que es suyo.

Raptos, hambrunas, rebeliones, guerras; los meteoros, los huracanes, las inundaciones; las revelaciones y las profesías, el fuego, la sangre, el anti-cristo; la creación contra el humano, el humano contra la creación... todos los finales violentos y espectaculares por igual. Pero ninguno cierto, ninguno atinado.

El fin, como ya dije, llegó abruptamente, "Como un ladrón en la noche... (Vaya, mínimo le atinaron a algo en la Biblia)" de improviso y sin esperarlo una tarde cualquiera, entre las ocho y las nueve treinta en nuestro país. Hagan las cuentas para los demás países que hueva hacércelas yo.

Existen momentos en la historia de la humanidad, tan importantes, que las personas a las cuales les tocó vivirlo, siempre recuerdan donde estaban cuando sucedió. Cuando vino el fin, a mi me agarro comiéndome unos deliciosos tacos al pastor con queso, que me estaba bajando a golpes de pecho, porque no me alcanzó para comprarme mi refresco de manzana.

En esas estaba, engullando mi cena con fervor guadalupano, cuando sucedió: Se fue la luz, ay dios mío, así fue, se fue la luz en todas partes, en todo pueblo y ciudad; en todo lugar, en todo rincón del mundo por más escondido que estuviera y nunca más regresó. Y ya.

Todo lo demás fueron consecuencias lógicas: todo lo eléctrico, electrónico y electrodoméstico, dejó de funcionar. No funcionaban los bancos, los cajeros, las estufas, el radio y las televisiones, y los aparatos que funcionaban con pilas tampoco funcionaban ya; los autos, las linternas y los reproductores de música. Tampoco (ignoro porque razón) las otras fuentes de energía, solar, eólica y nuclear, dieron por terminadas sus funciones. Cosa rara: los hidrocarburos y todos los combustibles fósiles fueron los únicos que dieron la cara por la humanidad que las desarrolló.

En pocas palabras: todo dejó de funcionar, el mundo se detuvo por siempre y todo por la falta de energía eléctrica ¿apoco no es patético? Es la gran muestra de la fragilidad humana y como dependemos hasta de las piedras.

A estas alturas se estarán preguntando como fue que la energía entró en huelga y nos abandonó. La verdad no sabría decirles, después de las dos primeras semanas sin luz, la gente comenzó a volverse loca por no tener que caminar diariamente a sus trabajos, por tener que hacer todo a mano y por tener que regresar a sus hogares a no hacer nada, porque todo funcionaba con electricidad.

Corrieron varios rumores sobre la causa de esta falla global: un pulso electromagnético gigante causado por un experimento de guerra que salió pa' la verga (disculpen el lenguaje por favor); un consumo mayor al planeado por los millones de personas que sintonizaron el mundial al mismo tiempo; el oprimir un botón que, se supone, no debía ser oprimido, entre otras razones mas estúpidas... lo que haya sido, sucedió por un error humano. Y pagamos las concecuencias.

Después del fallo, nada volvió a ser igual, porque nada funcionaba. Volvimos repentinamente a la edad de piedra. Y la mayoría de las personas no lo aguantaron. Por un par de meses pudimos aguantar la situación, se implementó el fuego de nuevo, matábamos nuestra propia comida y la asábamos, seguimos teniendo teléfono por unos meses más, aunque no todos, los que tenían telefonos inalámbricos tuvieron que conseguir normales; hasta que termino el servicio por el exceso de uso y los planes tarifarios carísimos (por ser el único entretenimiento) ... pero me desvío.

La realidad esque muchas personas se cansaron y comenzaron a haber suicidios masivos en mi ciudad. Supongo que en el mundo también, pues mi ciudad no es una gran urbe de hierro ni mucho menos, y hubo suicidios al por mayor, me imagino en Nueva York, Londres, Tokio o Sidney...

La verdad, a mi este desastre casi no me afectó. Claro, acepto el hecho de que a veces extraño calentar cosas en el microondas, o la frialdad de mi refrigerador, o la frescura de mi aire acondicionado... pero lo acepto porque no queda de otra. Tampoco me voy a pegar un tiro en la cabeza porque no hay televisión ¿verdad? De todas formas, lo único que veía en la televisión era el futbol.. a ese si lo extraño. Por lo demás no me preocupo, total, son cosas simples; me gusta leer, cocino con carbón, y aprovecho el sol para mi trabajo, además mi casa se ve preciosa en las noches... a la luz de las velas, además el clima aquí es solo inclemente dos meses al año, el resto del tiempo es aguantable...

Pero bueno. Esto no se trata de mí, se trata del fin del mundo. Así ha sucedido, nuestro lento, patético fin, nuestra tranquila desaparición de la faz de la tierra. Nuestra lenta extinción... una verdadera lástima que nadie nunca pudo predecir y que sólo pocos saben como se originó.

Pero lo más feo del asunto, esque no me pude terminar mis deliciosos, sustanciosos y apetitosos tacos al pastor.

Fin.


Feliz día de la bestia.

Domingo Familiar

lunes, junio 05, 2006
No escribí esta semana, ni pedo. Sin embargo, aquí me tienen, cumpliendo con la nueva sección "Domingo Familiar", snif... por favor disfruten. Ahí luego escribo.



Chido!