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Neomierda.

Cero credibilidad.

Así, en grandote.

lunes, diciembre 25, 2006

Espero hayan tenido todos una muy feliz navidad. Que la comida haya estado buena y los regalos bonitos.

Etiquetas:

GUTS

viernes, diciembre 22, 2006

Hace rato ya -Septiembre de 2004-, una buena amiga mía y lectora de este blog, me mandó un link a la historia que pongo a continuación traducida al castellano, snif. Espero la disfruten tanto como yo disfruté traduciéndola.


Tripas (guts)

Por Chuck Palahniuk

Inhala.

Inhala tanto como puedas. Ésta historia debería durar el tiempo que logres retener el aliento, y un poquito más. Así que escucha tan rápido como puedas.

Cuando tenía trece años, un amigo mío escuchó hablar del “pegging”. Esto es cuando a un tipo le meten un dildo por el culo. Si se estimula la próstata lo suficientemente fuerte, el rumor dice que se logran explosivos orgasmos sin manos. A esa edad, este amigo es un pequeño maníaco sexual. Siempre está buscando una mejor manera de masturbarse. Va y compra una zanahoria y un poco de vaselina para llevar a cabo una pequeña investigación personal. Entonces se imagina cómo se va a ver la situación en la caja del supermercado, la zanahoria solitaria y la vaselina moviéndose sobre la cinta de goma rumbo a la caja. Todos los compradores en lína, observando. Todos mirando la gran velada que ha planeado.

Entonces mi amigo compra leche y huevos y azúcar y una zanahoria, todos los ingredientes para una tarta de zanahorias. Y vaselina.

Como si se fuera a casa a meterse un pastel de zanahoria por el culo.

En casa, talla la zanahoria hasta convertirla en una herramienta contundente. La unta con grasa y se sienta lentamente en ella. Luego, nada. Ningún orgasmo. Nada pasa, salvo que duele.

Entonces la madre del chico grita que es hora de cenar. Le dice que baje inmediatamente.

El se saca la zanahoria y esconde esa cosa resbaladiza y mugrienta entre la ropa sucia debajo de su cama.

Después de la cena, va a buscar la zanahoria, pero ya no está. Mientras cenaba, su madre juntó toda la ropa sucia para lavarla. No había manera de que no pudiera encontrar esa zanahoria, tallada cuidadosamente con un cuchillo de su cocina, todavía brillante del lubricante y apestosa.

Mi amigo espera meses bajo una nube oscura, esperando que sus padres lo confronten. Y nunca lo hacen. Nunca. Incluso ahora, que ha crecido, esa zanahoria invisible cuelga sobre cada cena de Navidad, cada fiesta de cumpleaños. Cada búsqueda de huevos de Pascua con sus hijos, los nietos de sus padres, esa zanahoria fantasma se cierne sobre ellos. Ese algo demasiado espantoso para ser nombrado.

Los franceses tienen una frase: “ingenio de escalera”. En francés, esprit de l’escalier. Se refiere a ese momento en que uno encuentra la respuesta, pero es demasiado tarde. Digamos que estás en una fiesta y alguien te insulta. Tienes que decir algo. Bajo presión, con todos mirando, dices algo estúpido. Pero en el momento que dejas la fiesta...

Bajas la escalera. Magia. Se te ocurre la frase perfecta que debiste decir. La perfecta réplica humillante.

Ese es el ingenio de escalera.

El problema, es que nisiquiera los franceses tienen una definición para las cosas estúpidas que uno realmente dice cuando está bajo presión. Esas cosas estúpidas y desesperadas que uno en verdad piensa o hace.

Algunas bajezas no tienen nombre. De algunas bajezas ni siquiera se puede hablar.

Mirando atrás, muchos psiquiatras expertos en jóvenes y psicopedagogos ahora dicen que el último pico en la tasa de suicidios adolescentes era de chicos que trataban de asfixiarse mientras se masturbaban. Sus padres les encontraban, una toalla alrededor del cuello, atada al ropero de la habitación, el chico muerto. Semen por todas partes. Por supuesto, los padres limpiaban todo. Le ponían pantalones al chico. Hacían que se viera… mejor. Intencional, al menos. El típico triste suicidio adolescente.

Otro amigo mío, un chico de la escuela con su hermano mayor en la Marina, contaba que los tipos en Medio Oriente se masturban distinto a como lo hacemos nosotros. Su hermano estaba estacionado en un país de camellos donde los mercados públicos venden lo que podrían ser elegantes cortapapeles. Cada herramienta es una delgada vara de plata lustrada o latón, quizá tan larga como una mano, con una gran punta, a veces una gran bola de metal o el tipo de mango refinado que se puede encontrar en una espada. Este hermano en la Marina decía que los árabes se les para y después se insertan esta vara de metal dentro de todo el largo de su erección. Y se masturban con la vara adentro, y eso hace que masturbarse sea mucho mejor. Más intenso.

Es el tipo de hermano mayor que viaja por el mundo y manda a casa dichos franceses, dichos rusos, útiles sugerencias para masturbarse.

Después de esto, un día el hermano menor falta a la escuela. Esa noche llama para pedirme que le lleve los deberes de las próximas semanas. Porque está en el hospital.

Tiene que compartir la habitación con viejos que se atienden por sus tripas. Dice que todos tienen que compartir la misma televisión. Su única privacidad es una cortina. Sus padres no lo visitan. Por teléfono, dice que sus padres ahora mismo podrían matar al hermano mayor que está en la Marina.

También dice que el día anterior estaba un poco drogado. En casa, en su habitación, estaba tirado en la cama, con una vela encendida y hojeando revistas porno, preparado para masturbarse. Todo esto después de escuchar la historia del hermano en la Marina. Esa referencia útil acerca de cómo se masturban los árabes. El chico mira alrededor para encontrar algo que podría ayudarlo. Un bolígrafo es demasiado grande. Un lápiz, demasiado grande y rasposo. Pero cuando la punta de la vela gotea, se logra una delgada y suave arista de cera. La frota y la moldea entre las palmas de sus manos. Larga y suave y delgada.

Drogado y caliente, se la introduce más y más profundo en la uretra. Con un gran resto de cera todavía asomándose, se pone a trabajar.

Aún ahora, dice que los árabes son muy astutos. Que reinventaron por completo la masturbación. Acostado en la cama, la cosa se pone tan buena que el chico no puede controlar el camino de la cera. Está a nada de venirse cuando la cera ya no se asoma fuera de su erección.

La delgada vara de cera se ha quedado dentro. Por completo. Tan adentro que no puede sentir su presencia en la uretra.

Desde abajo, su madre grita que es hora de la cena. Dice que tiene que bajar de inmediato. El chico de la cera y el chico de la zanahoria son personas diferentes, pero todos vivimos vidas muy parecidas en realidad.

Después de la cena, al chico le empiezan a doler las tripas. Es cera, así que se imagina que se derretirá adentro y la meará. Ahora le duele la espalda. Los riñones. No puede pararse derecho.

El chico está hablando por teléfono desde su cama de hospital, y de fondo se pueden escuchar campanadas y gente gritando. Programas de juegos en televisión.

Las radiografías muestran la verdad, algo largo y delgado, doblado dentro de su vejiga. Esta larga y delgada V dentro suyo está almacenando todos los minerales de su orina. Se está poniendo más grande y dura, cubierta con cristales de calcio, golpea y desgarra las suaves paredes de su vejiga, bloqueando la salida de su orina. Sus riñones están trabados. Lo poco que gotea de su pene está rojo de sangre.

El chico y sus padres, toda la familia mirando las radiografías con el médico y las enfermeras parados allí, la gran V de cera brillando para que todos la vean: tiene que decir la verdad. La forma en que se masturban los árabes. Lo que le escribió su hermano en la Marina.

En el teléfono, ahora, se pone a llorar.

Pagaron la operación de vejiga con el dinero ahorrado para la universidad.

Un error estúpido, y ahora jamás será abogado.

Meterse cosas adentro. Meterse dentro de cosas. Una vela en el pene o la cabeza en una horca, todos sabíamos que serían grandes problemas.

A lo que me metió en problemas a mí lo llamo “Bucear por perlas”. Esto significaba masturbarse bajo el agua, sentado en el fondo de la profunda piscina de mis padres. Respiraba hondo, con una patada me iba al fondo y me deshacía de mis shorts. Me quedaba sentado en el fondo dos, tres, cuatro minutos.

Sólo por masturbarme tenía una gran capacidad pulmonar. Si hubiera tenido una casa para mí solo, lo habría hecho durante tardes enteras.

Cuando finalmente terminaba de bombear, el esperma colgaba sobre mí en grandes gordos globos lechosos.

Después había más buceo, para recolectarla y limpiar cada resto con una toalla. Por eso se llamaba “bucear por perlas”. Aun con el cloro, me preocupaba mi hermana. También, Dios mío, mi madre.

Ese solía ser mi mayor miedo: que mi hermana adolescente virginal pensara que estaba engordando y diera a luz a un bebé de dos cabezas mogólico. Las dos cabezas mirándome a mí. A mí, el padre y el tío. Pero al final, lo que más te preocupa nunca es lo que te atrapa.

La mejor parte de bucear por perlas era el tubo para el filtro de la alberca y la bomba de circulación. La mejor parte era desnudarse y sentarse allí.

Como dicen los franceses, “¿a quién no le gusta que le chupen el culo?” De todas maneras, un minuto eres un chico masturbándose, y al siguiente nunca serás abogado.

En un minuto estoy acomodado en el fondo de la piscina, y el cielo ondula, celeste, através de un metro y medio de agua sobre mi cabeza. El mundo guarda silencio salvo por el latido del corazón en mis oídos. Los shorts amarillos están alrededor de mi cuello por seguridad, por si aparece un amigo, un vecino o cualquiera preguntando por qué falté al entrenamiento de fútbol. Siento la continua chupada del tubo de la alberca, y meneo mi blanco y flaco trasero sobre esa sensación.

Tengo aire suficiente y el pito en la mano. Mis padres se fueron a trabajar y mi hermana tiene clase de ballet. Se supone que no habrá nadie en casa durante horas.

Mi mano me lleva casi al punto de venirme, y paro. Nado hacia la superficie para tomar aire. Vuelvo a bajar y me siento en el fondo.

Hago esto una y otra vez.

Debe ser por esto que las chicas quieren sentarse sobre tu cara. La succión es como una descarga que nunca se detiene. Con el pito duro, mientras me chupan el culo, no necesito aire. El corazón late en mis oídos, me quedo abajo hasta que brillantes estrellas de luz se deslizan alrededor de mis ojos. Mis piernas estiradas, la parte de atrás de las rodillas rozando fuerte el fondo de concreto. Los dedos de los pies se vuelven azules, los dedos de los pies y las manos arrugados por estar tanto tiempo en el agua.

Y después dejo que suceda. Los grandes globos blancos se sueltan. Las perlas. Entonces necesito aire. Pero cuando intento dar una patada para elevarme, no puedo. No puedo sacar los pies. Mi culo está atorado.

Los paramédicos de emergencias te dirán que cada año cerca de 150 personas se quedan atascadas de este modo, chupadas por la bomba de circulación. Se te queda atrapado el pelo largo, o el culo, y te ahogas. Cada año, cantidad de gente se ahoga. La mayoría en Florida.

Sólo que la gente no habla del tema. Ni siquiera los franceses hablan acerca de todo. Con una rodilla arriba y un pie debajo de mi cuerpo, logro medio incorporarme cuando siento el tirón en el culo. Con el otro pie pateo el fondo. Me libero al no tocar el concreto, pero tampoco llego al aire.

Todavía pateando bajo el agua, revoleando los brazos, estoy a medio camino de la superficie pero no llego más arriba. Los latidos en mi cabeza son fuertes y rápidos.

Con chispas de luz brillante cruzando ante mis ojos me doy vuelta para mirar… pero no tiene sentido. Esta soga gruesa, una especie de serpiente azul blancuzca trenzada con venas, ha salido del desagüe y está agarrada a mi culo. Algunas de las venas gotean rojo, sangre roja que parece negra bajo el agua y se desprende de pequeños rasguños en la pálida piel de la serpiente. La sangre se disemina, desaparece en el agua, y bajo la piel delgada azul blancuzca de la serpiente se pueden ver restos de una comida a medio digerir.

Esa es la única forma en que tiene sentido. Algún horrible monstruo marino, una serpiente del mar, algo que nunca vio la luz del día, se ha estado escondiendo en el oscuro fondo del desagüe de la alberca, esperando a comerme.

Así que la pateo, pateo su piel resbalosa y llena de venas, pero cada vez sale más del desagüe. Ahora quizá sea tan larga como mi pierna, pero aún me retiene el culo. Con otra patada estoy a unos dos centímetros de lograr tomar aire. Todavía siento que la serpiente me jala del culo, pero estoy a un centímetro de escapar.

Hechos nudo dentro de la serpiente se pueden ver granos de maíz y cacahuates. Se puede ver una brillante bola anaranjada. Es la vitamina como para caballos que mi padre me hace tomar para que gane peso. Para que consiga una beca gracias al fútbol. Con hierro extra y ácidos grasos omega tres.

Ver esa pastilla me salva la vida.

No es una serpiente. Es mi intestino grueso, mi colon, arrancado de mi cuerpo. Lo que los doctores llaman prolapso. Mis tripas chupadas por el desagüe.

Los paramédicos te dirán que una bomba de agua de piscina bombea 360 litros de agua por minuto. Eso son unos 200 kilos de presión. El gran problema es que por dentro estamos interconectados. El culo es sólo la parte final de la boca. Si me suelto, la bomba sigue trabajando, desenredando mis entrañas hasta llegar a mi boca y tragarse mi lengua. Imagina cagar 200 kilos de mierda y podrás apreciar cómo eso puede voltearte de adentro hacia afuera.

Lo que puedo decir es que las entrañas no sienten mucho dolor. No de la misma manera en que duele la piel. Los doctores llaman materia fecal a lo que uno digiere. Más arriba es quimo, bolsas de una mugre delgada y aguada, decorada con maíz, cacahuates y chícharos.

Eso es la sopa de sangre y maíz, mierda y esperma y cacahuates que flota a mi alrededor. Aún con mis tripas saliendo del culo, conmigo sosteniendo lo que queda, aún entonces mi prioridad era volver a ponerme el short.

Dios no permita que mis padres me vean el pene.

Una de mis manos está apretada en un puño alrededor de mi culo, la otra arranca el short amarillo del cuello. Pero ponérmelos es imposible.

Si quieres saber cómo se sienten los intestinos, compra uno de esos condones de piel de cabra. Sácalo y desenrrolla uno. Llénalo con mantequilla de cacahuate, cúbrelo con lubricante y sosténlo bajo el agua. Después trata de rasgarlo. Trata de abrirlo en dos. Es demasiado duro y resbaloso. Es tan resbaladizo que no se puede sostener. Un condón de piel de cabra, eso es un intestino común.

¿Ves contra lo que estoy luchando?

Si me dejo ir por un segundo, me destripo.

Si nado hacia la superficie para buscar una bocanada de aire, me destripo.

Si no nado, me ahogo.

Es una decisión entre morir ya mismo o dentro de un minuto.

Lo que mis padres encontrarán cuando vuelvan del trabajo es un gran feto desnudo, acurrucado sobre sí mismo. Flotando en el agua sucia de la piscina del patio. Sostenido por atrás por una gruesa cuerda de venas y tripas retorcidas. Lo opuesto de un adolescente que se ahorca cuando se masturba. Este es el bebé que trajeron del hospital hace trece años. Este es el chico para el que deseaban una beca deportiva y un título universitario. El que los cuidaría cuando fueran viejos. Aquí está el que encarnaba todas sus esperanzas y sueños. Flotando, desnudo y muerto. Y a su alrededor, grandes y lechosas perlas de esperma desperdiciado.

Eso, o mis padres me encontrarán envuelto en una toalla ensangrentada, desmayado a medio camino entre la piscina y el teléfono de la cocina, mis tripas desgarradas todavía colgando de la pierna de mis shorts amarillos.

Algo de lo que ni los franceses hablarían.

Aquél hermano mayor en la Marina nos enseñó otra buena frase. Rusa. Cuando decimos: “Necesito eso como necesito un agujero en la cabeza”, los rusos dicen: “Necesito eso como necesito dientes en el culo”.

Mne eto nado kak zuby v zadnitse.

Esas historias sobre cómo los animales capturados por una trampa mastican su propia pierna, bueno, cualquier coyote puede decirte que un par de mordiscos son mucho mejores que morir.

Mierda… aunque seas ruso, algún día podrías querer esos dientes.

De otra manera, lo que tienes que hacer es retorcerte, dar vueltas. Enganchar un codo detrás de la rodilla y tirar de esa pierna hasta la cara. Morder tu propio culo. Uno se queda sin aire y mordería cualquier cosa con tal de volver a respirar.

No es algo que te gustaría contarle a una chica en la primera cita. No si esperas un beso de buenas noches. Si te cuento a lo que sabía, nunca nunca volverías a comer calamares.

Es difícil decir qué les asqueó más a mis padres: cómo me metí en el problema o cómo me salvé. Después del hospital, mi madre dijo: “No sabías lo que hacías, amor. Estabas en shock”. Y aprendió a cocinar huevos pasados por agua.

Toda esa gente asqueada o que me tiene lástima…

Las necesitos como necesito dientes en el culo.

Hoy en día, la gente me dice que soy demasiado delgado. En las cenas, la gente se calla o se enoja cuando no como la carne asada que prepararon. La carne asada me mata. El jamón cocido. Todo lo que se queda en mis entrañas durante más de un par de horas sale siendo todavía comida. Habas o atún en lata, me levanto y los encuentro intactos en el inodoro.

Después de sufrir una resección radical de los intestinos, la carne no se digiere muy bien. La mayoría de la gente tiene un metro y medio de intestino grueso. Yo tengo la suerte de conservar mis quince centímetros. Así que nunca obtuve una beca deportiva, ni un título. Mis dos amigos, el chico de la cera y el de la zanahoria, crecieron, crecieron, pero yo nunca llegué a pesar un kilo más de lo que pesaba cuando tenía trece años.

Otro gran problema es que mis padres pagaron una buena cantidad de dinero por esa piscina. Al final mi padre le dijo al tipo de la piscina que fue el perro. El perro de la familia se cayó al agua y se ahogó. El cuerpo muerto quedó atrapado en el desagüe. Aún cuando el tipo que vino a arreglar la piscina abrío el filtro y sacó un tubo resbaloso, un resto aguado de intestino con una gran píldora naranja de vitaminas aún dentro, mi padre sólo dijo: “Ese maldito perro estaba loco”.

Desde la ventana de mi cuarto en el primer piso podía escuchar a mi papá decir: “No se podía dejar sólo a ese perro por un segundo…”.

Después mi hermana tuvo un atraso en su período menstrual.

Aún cuando cambiaron el agua de la alberca, aún después de que vendieron la casa y nos mudamos a otro estado, aun después del aborto de mi hermana, ni siquiera entonces mis padres volvieron a mencionarlo.

Nunca.

Esa es nuestra zanahoria invisible.

Tú, ya puedes tomar aire.

Yo todavía no lo hice.

Fight

domingo, diciembre 17, 2006

Es difícil la neta. A veces demasiado.

El tiempo no para.

viernes, diciembre 08, 2006
Se supone que debería estar dormido, debo descansar. Mañana tengo un examen brutal donde viene todo lo que vimos y la calificación que obtenga es la que voy a recibir como final. El profe de esa materia escogió el peor momento para palmarla, me cae.

No tengo sueño. Bueno, tengo, pero no puedo dormir todavía. No debo, porque estoy haciendo un reporte precisamente para mañana. El reporte es sobre la venta de productos que hicimos todos los alumnos de la materia del difunto profe. Yo no vendí nada. El fallecimiento acaeció el día que me tocaba vender. Mal pedo, ni pedo.

Sobra decir que no tengo ninguna intención de hacer el reporte ahorita. De hecho, tengo tanta hueva de hacerlo, que recurrí al mayespeis para que me entretuviera en lo que me dan ganas. Que emo, lo sé, snif. En fin, me puse a ver los espacios de harta gente; uno me fue llevando a otro, y a otro, y a otro, hasta que me encontré con los espacios de algunos de los tipos que estaban conmigo en la secundaria, pendejos todos, bueno... la mayoría.

En la madre.

Miro sus fotos, veo lo que escriben, veo como se describen... y no salgo de mi asombro. El tiempo no pasa por ellos. Siguen siendo los mismos imbéciles que conocí en la secundaria. No progresan, no evolucionan. Si, se ven más grandes. Simon, son fresquitos. Seee, ya se dejan su barbita, y se ponen unas pedotas, y salen en las fotos con sus camisitas abercrombie mojadas de cerveza y les gusta turf, taking back sunday, sondre lerche y seu jorge y Borat y Napoleon Dynamite. Son bien indies, sofisticados y metrosexuales, snif. Son todo lo que yo no soy y aspiro a ser... ash que envidia de veras.

Pero no sé, hay algo que me hace pensar que abajo de todo eso, siguien siendo gualitos a como los recuerdo, a como solían ser. Es algo en sus caras, en sus ojos. Algo en sus fotos de playa, algo en sus sus caras de ebriedad, algo en sus sonrisas que los delata. Se ven felices. Supongo que lo son. Pero su felicidad es falsa, es importada de algún otro lugar. No es suya, es prestada. Quien sabe.

No hay que entender mal: me vale cinco kilos de verga ellos y a lo que se dedican. Nunca me llevé con ellos y ellos nunca se llevaron conmigo, ni en la secundaria ni nunca. Si los veo no los saludo y ellos no me saludan a mi. Alguna vez me los he topado en algún lugar y si nos miramos nos hacemos pendejos, arqueamos la ceja y hacemos la cara estúpida de "Yo a ti te conozco, no sé de donde" por treinta segundotes. Y está chido, digo, cada quien su vida.

Lo que a mi me impresiona es como pasa el tiempo, o si nada más pasa para mi o que pedo. Porque en lo que a mi respecta, he pasado por un sinfín de cambios de esos años para acá, tantos, que no alcanzo a comprender como se mantienen siendo la misma persona desde que los dejé de ver hasta ahora. Y lo digo porque he tenido oportunidad de cruzar palabra con alguno de ellos en estos años y sigo impresionado de que no hayan cambiado en nada. Y me preocupa. No por ellos, por mi. Porque no se que pedo conmigo. Cumplí años antier, y de todas maneras siento que tengo más años de los que tengo por todo lo que me ha tocado vivir... y ellos idénticos. No lo entiendo.

Pero pues también es cierto que hace mucho me rendí a tratar de entenderlos, de saber que pensaban, que los hace ser como son. Lo ignoro y lo voy a ignorar siempre, pero no por eso va a dejar de llamar mi atención cuando me tope sus mayespeis una madrugada sin nada que hacer para variar.

Ahora tengo que hacer la chingadera esa del reporte. Chida.